Las marchas del pasado domingo fueron contundentes, y políticamente ya tienen unos efectos muy importantes que se extenderán en el tiempo. Por volumen y energía las podemos asimilar a las marchas de 2008 contra el secuestro y contra las Farc. Siempre estos eventos están destinados a mandar mensajes a determinados actores estatales y sociales. Y la lectura que estos hagan es lo que tiene la capacidad de cambiar el rumbo de los hechos. Entonces, lo simbólico se transforma en algo con valor real, medible.
El primer destinatario de la carta escrita por los marchantes fue el presidente Petro. La carta fue escrita en términos de antagonismo, con palabras duras y descalificadoras. Pero el asunto es que casi siempre movimientos como los del domingo escriben así, fuerte; aunque hay que resaltarlo, sin violencia física. El mensaje para el Presidente le dice que se atempere, que deje atrás su temeridad, su pugnacidad, y que la construcción de su obra de gobierno se haga leyendo la realidad y tomando en cuenta a todos los sectores de la sociedad ¿Leerá Petro el mensaje? Sí y no. Sí lo leerá en cuanto el hecho objetivo que las marchas reflejan es la limitación de su poder político, le hacen saber que representa solo a un 30 % de la ciudadanía y que hay un 70 % que no lo apoya y que está dispuesto a ejercer una oposición vigorosa si el Presidente decide seguir oprimiendo el acelerador de su excluyente gobierno. Y por más obstinado, narciso y arrogante que sea, que lo es, es un político con más de treinta años de ejercicio y el mensaje que se le envió es contundente. Pero no leerá el mensaje en la literalidad en que lo escribieron los marchantes, no les dará gusto en darle un giro radical a su gobierno; por su autopercepción de iluminado, seguirá desestimando a quienes lo contradigan y buscará argumentos en su complicada mente para desmentir la evidencia de los hechos que muestran la precariedad de su obra y los riesgos de sus ideas y fantasías en el terreno práctico.
Pero hay otros destinatarios de las marchas. El Congreso y los partidos que en él hacen presencia son los primeros, y estos sí harán juiciosa lectura de lo sucedido. Habrá un filtro más riguroso para las propuestas gubernamentales y si el Ejecutivo quiere pasar leyes de su iniciativa no tendrá más remedio que concertar con sectores del centro político e incluso de la derecha. De alguna manera la reforma pensional, de salir adelante, reflejará estas nuevas transacciones políticas. Los congresistas quedan enterados de que una buena parte de la opinión les pide ser muro de contención ante la arbitrariedad del Presidente y como no solo de mermelada vive el político, serán más juiciosos en su tarea.
Las altas cortes, especialmente la Constitucional, leerán esta larga sábana blanca del domingo con atención y se sentirán más confiados y cómodos al actuar en Derecho cuando deban evaluar judicialmente las actuaciones del Gobierno, más concretamente en el control de constitucionalidad y legalidad de los actos administrativos o de leyes impulsadas por el Gobierno. Debemos confiar en la ecuanimidad y apego al Estado de Derecho de nuestros jueces.
Las Fuerzas Militares también leen la carta del domingo y se reafirman en su obligación de respetar la democracia y el imperio de la constitución. Si bien no son deliberantes por mandato legal, con seguridad no estarán dispuestos a apoyar cualquier intento de ruptura democrática planteada por el Gobierno, léase constituyente por fuera del artículo 376 de la Constitución.
Por último la sociedad leyó las marchas como una reafirmación de su poder y de su posibilidad de afectar el balance de pesos y contrapesos en el Estado. Sin duda, el lunes la mayoría amaneció más tranquila.
Pero ojo, que lo que pasó no sirva para que la derecha dura se envalentone y quiera imponer su visión de gobierno y sociedad, tan miope y limitada como la de Petro. Ojalá se pueda construir un cuerpo de ideas sobre el país y sus necesidades que recoja todas las complejidades que tenemos y la filigrana que deben tener las soluciones.