El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) es el productor de estadísticas oficiales en el país. Históricamente, las formas de producción de estadísticas oficiales comienzan con la generación de información de orden nacional, primero de estadísticas económicas tradicionales como el PIB o IPC, luego se incorporan estadísticas sociales y en eras más recientes las ambientales. Por los costos de producción de las estadísticas, es inicialmente posible la recolección y construcción a partir de muestras que son de representatividad nacional.
Sin embargo, las demandas de información crecen a medida que se demuestra la efectividad de las estadísticas oficiales, como bien público, para la toma de decisiones. De manera que la producción de información del DANE avanza en áreas sociales y ambientales que amplían su alcance subnacional; a la par que otras entidades oficiales generan otras estadísticas de interés territorial. Llegar a la producción de esta información en áreas más reducidas requiere no sólo de encuestas con muestras de mayor tamaño, sino que se van complementando con los registros administrativos y otro tipo de información geográfica como fotos satelitales y aéreas que ayudan en la medición, información cada vez más demandada.
De manera paralela, el DANE se consolida como el ente rector del Sistema Estadístico Nacional (SEN) con directrices encaminadas a generar una oportuna planificación, construcción de normas para el afianzamiento de los sistemas de información con calidad estadística. Lo que ha llevado a la generación de iniciativas conjuntas para la formación y el aprendizaje en pro de los procedimientos de recolección y análisis de los sistemas de información territorial como, por ejemplo, el Índice de Capacidad Estadística Territorial (ICET). Este, es un instrumento de diagnóstico y seguimiento de las capacidades que tienen las entidades territoriales en la producción, acceso y uso de la información estadística. En la producción oficial se vislumbra a los entes territoriales como productores de información estadística oficial pero, por sobre todo, usuarios asiduos de dicha información. Bajo ese objetivo, el índice mide las capacidades en cuatro dimensiones: entorno institucional, infraestructura, metodología estadística, y accesibilidad y uso.
Los últimos datos publicados sobre el ICET corresponden al año 2021 y contó con la medición de 998 entidades territoriales, correspondientes a 966 municipios y los 32 departamentos. Los resultados son presentados de acuerdo con 4 categorías: departamentos, ciudades representativas para la Gran Encuesta de Hogares marco muestral 2018, municipios con Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y resto de municipios del país. La unidad de observación son las alcaldías y gobernaciones, y entidades usuarias (asambleas departamentales, concejos municipales, procuradurías regionales, personerías municipales, contralorías departamentales y municipales, cámaras de Comercio y programas de la Red de Ciudades Cómo Vamos).
La categoría de ciudades mostró mejores resultados en los puntajes obtenidos en cada una de las dimensiones analizadas; en su caso, los municipios PDET los menores. Por dimensiones, los mayores puntajes fueron dados en Infraestructura, que se trata de los usos de herramientas de procesamiento de datos y percepción de la suficiencia de recursos humanos, tecnológicos y financieros. Contrario a ello, los más bajos fueron para la dimensión de accesibilidad y uso, que analiza la disponibilidad, la accesibilidad y el uso de la información estadística.
Con estos resultados, que muchas veces no superan los 50 puntos en una escala de 100, es pertinente advertir importantes necesidades que tenemos como país de seguir mejorando la consolidación de escenarios óptimos para el acceso y uso de los datos a nivel territorial. Siendo las estadísticas la base principal para la toma de decisiones, el manejo de mejores mecanismos de transmisión de los datos generaría un cambio notorio en el conocimiento de las necesidades, alcances y propuestas para la hechura de políticas públicas. La ganancia entonces que tiene el observar y asegurar mejores sistemas de información nos motiva a seguir construyendo un camino de mejora conjunta.
Con todo esto, es pertinente apuntar el menester que tenemos como país de mantener buenas prácticas en la producción, acopio y difusión de la información. Esta labor requiere de la atención de todos los ciudadanos y del trabajo continuo de las entidades del orden territorial y nacional. El ICET es una herramienta que debe llevarnos a la reflexión sobre los planes y pasos a seguir para la formulación de mejores políticas e instrumentos que garanticen óptimos sistemas de información. Como la tarea es ardua, en mi rol como directora del DANE, extiendo la invitación para que todos podamos aportar en esta ruta de trabajo.