Una fecha, la sexta, alcanzó a estar Once Caldas dentro de los ocho. Arrancó en la séptima casilla con nueve puntos, y terminó en la 13 después de perder 3-0 ante Jaguares, quinto resultado positivo para Hubert Bodhert enfrentando a su antiguo equipo.

Con Alianza Petrolera se midió cuatro veces con saldo de dos victorias, y dos empates, sumando ahora su tercer triunfo, ganando con contundencia, y dejando notar nuevas debilidades del onceno manizaleño, al que cogió de hijo.

Esta vez no solo falló el tren atacante; las fisuras en defensa estuvieron al día, y en las transiciones, salida rápida con hombres veloces, los ́felinos’ dieron cátedra por el mal posicionamiento y la lentitud de los blancos, resolviendo en el contraataque.

Insiste Herrera en jugar con extremos, sin tenerlos de calidad, y van dos juegos seguidos obligado a recomponer a la media hora de partido. Ante Patriotas, Mera por Palacios, y en Montería, Roger Torres por Mera, y en ambos casos, aparentemente nada varió.

Sin una ofensiva fuerte, Gustavo Torres y Billy Arce son intermitentes, e intrascendentes en ocasiones, el armado de Once Caldas se ablanda con facilidad, no hay pases filtrados, ni tiene quien amplíe la cancha, lo que limita claramente sus acciones de llegada.

Mirémoslo en números: seis tiros libres, cuatro en la barrera, dos a las nubes, ningún desborde por banda, centros pasados, y ataque sin sorpresa, en una jugada tres contra tres, Arce tardó hasta que rearmaran el bloque, y ni se diga los seis expulsados en siete jornadas, o sea, más rojas que goles, pues apenas lleva cinco.

Solo tres opciones en el Jaraguay, un disparo arriba de Castaño, volada del arquero a remate de Mateo, y otro de Dayro, al cuerpo. Ellos, que tampoco generaron demasiadas, terminaron imponiéndose en los cambios de ritmo, y en el desbarajuste del rival, que sacó a sus centrales al cabezazo ofensivo sin asegurar coberturas, ni los encargados de hacerlas.

Por esa vía, los últimos goles. El primero fue de penalti, discutido, Torres-Serje chocaron sus pies en el aire, revisión de VAR, y orden de cobro que ejecutó Wilson Morelo. Hasta ese momento, duelo plano, los de Bodhert controlados, y el blanco queriendo sin poder. En el complemento, iniciativa sin resolución, hasta las maniobras que liquidaron el choque, Lenis a yerro en el cierre de Castaño, y Morelo aprovechando la paquidermia atrás.

El resto fue un zaperoco, Once Caldas desdibujado, y al final humillado porque la goleada duele, más teniendo al frente el clásico con Pereira este jueves en Palogrande, y porque se vino a tierra lo que, por trabajo, había despertado expectativa favorable.

Preocupa la ausencia de categoría en algunas unidades, y en puestos específicos, el plantel es corto y flojo, en Montería desaparecieron ímpetu, actitud y compromiso, valores que tan buenos réditos venían ofreciendo, y no hubo mucho por rescatar.

Realidad absoluta, porque todo se queda en anuncios, los jugadores de extirpe pedidos antes de iniciar la competencia fueron promesa incumplida, los ́pelaos ́ no producen, tienen problemas de fundamentación, y no se pasa del querer.

El mal esta revelado, y subyace en las políticas equivocadas de contratación, en la falta de arrojo para resolver las necesidades, y en la indolencia, con desconocimiento, y vaya uno a saber si adrede, porque las cosas marchen de esta manera fomentando el negocio.

De allí la inactividad y el silencio, como si se fuera sobre rieles, mientras cuerpo técnico y jugadores luchan con materia prima insuficiente, y el hincha se ilusiona con una o dos vibraciones, sabiendo que al final será la misma historia de siempre.

Hasta la próxima...