Siempre he creído que el problema de Once Caldas no pasa por Pedro Sarmiento, ni sus ayudantes, cargados de trayectoria, experiencia, recorrido, y títulos... Tiene que ver con las decisiones presidenciales, y la conformación de un plantel sin los requisitos básicos de calidad.

Después del desaguisado en cancha contra Tolima, y fuera de ella con declaraciones traídas de los cabellos, en las que aparentemente el técnico no se hacía responsable de la situación, y sin las debidas disculpas públicas, el equipo volvió a ganar con seductoras sensaciones.

Fue una semana caótica, con voces desesperanzadas pidiendo a gritos la salida del entrenador, y un panorama sombrío que solo despejaba una victoria categórica, y un mejoramiento en el contenido que, por fortuna para Sarmiento, se dio en una de esas denominadas tardes redondas.

Siempre califiqué como atacar el mal menor en esta crisis de resultados un pedido en tal sentido, al considerarlo improcedente, inoportuno y fatal, argumentando como irrazonable un cambio de timonel, cuando si de algo debe pegase Once Caldas para salvarse, es del trabajo táctico.

Imagínense un nuevo DT: "este plantel no lo armé yo" "no es culpa mía" "fue lo que encontré", que es la costumbre. Hasta el propio Sarmiento, en aquellas polémicas afirmaciones, de las que todavía quedan secuelas difíciles de digerir, señalo: "ese muerto no lo cargo yo".

Además, es un hecho, esa nómina corta hay que explotarla con repeticiones, labores específicas, condición física, y sabia escogencia de los titulares, y para ello se tuvieron dos meses que no se pueden tirar a la basura, con un conocimiento desde el cual se debe construir, entendiendo que las limitaciones se solivian en parte con orden, despliegue, entrega y sacrificio.

Analicen los últimos ocho partidos - cinco del anterior torneo y los de ahora - y exceptuando el de Ibagué, que fue vergonzoso, Once Caldas levantó nivel jugando con los jóvenes, y en materia estadística hizo 12 de 24 puntos, es decir, rendimiento del 50%, muy por encima del 33% que contabiliza Sarmiento en el global de su campaña desde que llegó.

Las cifras son concluyentes, el alza es en serio, pese a la ausencia de individualidades que marquen diferencia, y a ese factor hay que apostarle mientras la tarea se enfoque en sumar puntos que lo alejen del descenso, dejando en segundo plano como objetivo la clasificación a cuadrangulares.

Grato encontrarse, al menos para los pragmáticos como yo, que valoramos el fondo sobre las formas en estos casos de necesidad, con un equipo que golea, futbolísticamente responde, se ve con ideas, y agrada, lo que pasó contra deportivo Cali, en la presentación más regular de épocas recientes.

Me refiero a lo compacto de Once Caldas durante los noventa minutos, así el rival haya intentado en el segundo período. Hubo actitud, comportamientos superlativos de tipo individual - Torijano, Arce, Cardona - debutantes que no desentonaron - Cuesta, Montaño - y Dayro con su cuota, 208 goles, cuarto artillero histórico del FPC.

Destacables, igualmente, las anotaciones. La del ecuatoriano una joya, tiro libre impecable, con curva, solo mérito del ejecutante, y los restantes por la vía del pelotazo desde el fondo, amplitud de terreno y definición por el medio. Contundencia y efectividad, que rara vez se aprecian, y velocidad y desborde, que tampoco han sido características comunes.

Campanas al vuelo por ese 4-0 frente al peor rival en fechas recientes, que no es culpa de Once Caldas que liquidó como tenía que hacerlo para una celebración lógica por el reencuentro con el fútbol, siendo perentorio un equilibrio para establecer realidades, ni tan pobre como contra Tolima, ni tan suficiente como el domingo, aunque es lo que todos quisiéramos.

Hasta la próxima...