Ese abrazo al final, entre todos, que simboliza unidad y compromiso; ese triunfo salido de la nada en condición de visitante; y ese encargo cumplido, con méritos, resumen la recuperación de Once Caldas que, en cuestión de 10 días, superó momentáneamente la crisis.

La vibra negativa de algunos llevó a plantear divisiones internas, inexistentes, y el resultado ante Bucaramanga aleja fantasmas que acosan un grupo mal trabajado, sin memoria táctica, desmotivado, y que ahora entra forzado a la etapa del “como sea” sobre las formas.

Se jugó horrible el primer tiempo, con errores infantiles en defensa, sin marca en el medio, dominado, y con la suerte de no irse perdedor al descanso porque fallaron la definición, por el palo que negó remate de Teo, y por las oportunas intervenciones del golero Chaux.

El bajón de los leopardos en el segundo período, y el atrevimiento de Elkin Soto con los cambios, facilitaron la victoria. De entrada, Rodríguez y Pico por los intrascendentes Pérez y Quiñones, y 20 minutos después, Miranda y Lemos por Celis y Riquett.

Y eso que a los 69 se fue expulsado Pico por falta violenta, obligando a recomponer con la exclusión de Dayro, llamado a abandonar porque los otros delanteros estaban frescos, y dado que el propósito eran los tres puntos, independiente de las circunstancias.

Soto fue clave. Pocas veces con 10 en cancha un equipo propone, regularmente se cierra y protege el marcador, y producto de esa osadía, Lemos, con cobro excepcional, tradujo una infracción penalti sobre Miranda en el tercer éxito continuo en medio de la interinidad.

El “Sultán” será asistente de Pedro Sarmiento, y seguirá funciones con los sub-20. Su paso, junto con Fernando Dortti, dejó cosas positivas que lo potencian como estratega a futuro, al voltear el inútil esquema anterior, darle confianza a sus dirigidos, e integrarlos.

Tiene un discurso claro, y de verdad, se convierte en una opción válida que ojalá tenga apoyo en ese proceso formativo. El “papayazo” está ahí, para capitalizar en la trayectoria de quienes se ponen al frente: técnicos de prestigio, con hoja de vida, títulos y reconocimiento.

A los entrenadores se les contrata por buenos, aunque casi siempre los echan por malos, y la elección de Sarmiento, y de Herrera como segundo, suena a acierto: hace apenas un año celebraban estrella con Nacional, y el palmarés de ambos es envidiable.

Pedían experiencia, la tienen, y palmas para Soto porque hizo el empalme ganando, metiendo a Once Caldas en zona de clasificación, señalando indirectamente lo equivocado del proceso anterior, y retomando el concepto de que se cuenta con plantel para competir.

Se vuelve a la escuela paisa, triunfadora en esta plaza, luego de fracasar con un boyacense, un cartagenero, un vallecaucano y un tolimense, que no quiere decir condición “sin ecuanon” ni garantía de éxito, pero por idiosincrasia, empatía y pasado, parece lo ideal.

De ellos dependerá, de su trabajo serio y organizado, del montaje de una idea de juego, del vestuario unido, aplicación táctica, y respuesta de los jugadores. Nómina tienen, y ganar se puede, lo demostró Soto, quien les entrega el equipo con tres victorias al hilo.

Si Once Caldas no fuera una empresa de fútbol, a las Universidades de Yale y Oxford, que según Tulio Castrillón se ocupan de su alta gerencia, se sumarían Harvard, Stanford o Massachusetts, las primeras en el escalafón mundial, tomando el modelo como cátedra para sus alumnos. La gestión es positiva en términos económicos, no hay duda. ¿Y lo deportivo? No olviden los cuatro años sin clasificar. ¿Dónde estará lo extraordinario?

P.D.: Rueda de prensa sin periodistas. Así fue presentado el cuerpo técnico de Once Caldas. Fiel reflejo del sentimiento del presidente albo con los medios, y su entorno. ¡Qué vergüenza!

Hasta la próxima...