La obligación de esta sociedad, es decir, nuestra obligación con el futuro de este territorio es incuestionable e intransferible. Y esta responsabilidad tiene que ver también con saber quiénes serán los gobernantes que, en los territorios, elegiremos el domingo 29 de octubre.
Las campañas electorales representan una importante oportunidad para que los ciudadanos conozcan las propuestas de gobierno de los aspirantes a gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos. Esto, en teoría, está bien; pero en la práctica no funciona así. En la actual campaña electoral de Manizales, que rueda por las calles, los ciudadanos no alcanzan a ver cuál es realmente la diferencia entre un candidato y otro, así como tampoco en qué se parecen. Y cuando se crean espacios de encuentro, como estos “foros”, los aspirantes a gobernar no son capaces de expresar, en el corto tiempo que se les da para hacerlo, las propuestas con las que, se supone, gobernarán. Casi que están obligados a responder las preguntas que les hacen de manera aleatoria, sin posibilidades de profundizar en nada; y esto, sin contar que, a veces, algunos no responden lo que se les pregunta. Hay candidatos muy pintorescos.
También es cierto que la forma de hacer campañas desde hace tiempo ha cambiado: si bien la televisión ha sido un medio muy usado para que los ciudadanos estén mínimamente informados, en la actualidad las redes sociales se han convertido en la plaza pública, y en un tiempo real y rápido.
Pero quiero llamar la atención sobre la importancia de estos encuentros. La RAE dice que un foro es una “reunión de personas competentes en determinada materia, que debaten ciertos asuntos ante un auditorio que a veces interviene en la discusión.” Y aquí los “foros” (demasiados) están lejos de cumplir con este propósito. No hay debates. A algunos no les gusta que otros les lleven la contraria; no se atreven a materializar el principio de la falibilidad que establece que “quizás yo no tenga la razón, sino usted; o, incluso, ninguno de los dos.” Tampoco los ciudadanos pueden intervenir expresamente, a lo sumo se les permite que envíen sus preguntas en un papelito y las manden a quien modera, y éste no siempre las lee todas. Nunca hay tiempo.
Yo digo que en Manizales tenemos que aprender a hacer foros en donde el debate sea el punto central; la confrontación de ideas es indispensable para fortalecer la democracia. Cuando no se sabe conversar, cuando no se sabe debatir, es decir, cuando no se les presta una juiciosa atención a los otros, se cae en el juego perverso de la polarización, se descalifica a los rivales hasta llegar al punto de la intolerancia; y esto deja secuelas que permanecen por un largo período de tiempo en la sociedad, caso de las abstenciones o del voto en blanco; y los votantes terminan por querer que se impugne la legitimidad de los cargos electos y de las élites políticas, lo cual, desde mi perspectiva, no es deseable en un sistema democrático.
Dicho esto, no deja de inquietarme el hecho de que, en estos “foros”, no escuchemos preguntas que tengan que ver con problemas fundamentales para la ciudad, el departamento y el territorio. En la próxima columna quiero proponer -si ésta sale a tiempo- algunos temas que, a mi juicio, serían vitales para saber cómo van, los futuros gobernantes, a enfocar sus planes de desarrollo pensando en que, a grandes problemas, grandes soluciones. Por ejemplo, queridos candidatos, Uds. ¿creen o no en el cambio climático? Espero que la respondan. No la sigan evadiendo. De su respuesta depende buena parte su gobierno y su gobernanza.