Recientemente, el director nacional de Planeación anunció la intención del actual Gobierno de estudiar posibles modificaciones a la Regla Fiscal, por considerar que la misma “ha sido muy inflexible”, según sus palabras. Por supuesto que las críticas de muchos analistas económicos, gremios y centros de pensamiento no se hicieron esperar, dadas las implicaciones que puede tener el hecho de cambiar las reglas que le ponen orden y medida al gasto público y al endeudamiento del país. Y por ello, de manera inmediata, el mismo director, así como el ministro de Hacienda, salieron al paso de dichas declaraciones y afirmaron: “el Gobierno nacional ha respetado la Regla Fiscal y lo va a seguir haciendo”.
Pero ¿qué podría estar pensando el experimentado director al momento de lanzar semejante afirmación? En sus aclaraciones le escuchamos: “…que están trabajando en la creación de una regla fiscal verde” (¿?), “…que las inversiones para combatir el cambio climático no sean tenidas en cuenta en el déficit fiscal” (¡!). En fin, vaya uno a saber qué quiso decir. Lo cierto es que sería un verdadero despropósito para el país y para la economía en particular modificar la Regla Fiscal o buscarle una “excepción” para hacerla más flexible y de paso gastar más y endeudarse más. A propósito, ¿sabe usted qué significa la Regla Fiscal? Seguramente ha escuchado hablar del tema en múltiples ocasiones y posiblemente en ninguna haya logrado obtener la respuesta exacta. No se preocupe, pues si bien el asunto es bastante denso, a la postre puede resultar muy fácil de entender en sus conceptos básicos.
Para empezar, la Regla Fiscal fue creada en Colombia mediante la Ley 1473 de 2011 para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas y poner en cintura a todos los gobiernos (fueran de derecha, izquierda, centro o similares) para que, dicho en términos coloquiales, “no se gasten más de la cuenta” ni se endeuden más allá de lo fiscalmente responsable. Porque no puede perderse de vista que el gasto desbordado trae grandes réditos políticos para el gobernante de turno; pero desafortunadamente, en casi todos los casos, la deuda contraída para financiarlo deben pagarla los gobiernos siguientes.
Y es aquí donde entra a operar la Regla Fiscal: endeudarse con responsabilidad y en el marco de una planeación financiera de largo plazo. ¿Y quién vigila que ello se cumpla? La ley prevé un organismo técnico e independiente de verificación: el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF), adscrito al Ministerio de Hacienda, encargado de su seguimiento y de procurar la sostenibilidad de las finanzas públicas. Relajar la Regla Fiscal traería graves consecuencias a la economía, pues incrementaría el denominado “riesgo país” de Colombia y, consigo, las tasas de interés que pagaría por su deuda. En un escenario ácido, podría llegarse incluso a una degradación de la calificación crediticia y a una eventual negación a los mercados de crédito internacionales.
Esto es particularmente relevante si observamos que la Regla se ha relajado considerablemente en lo corrido del año, primero en febrero con la actualización del Plan Financiero del Gobierno Central y luego con la publicación del Marco Fiscal de Mediano Plazo, hechos que podrían deteriorar las condiciones de acceso al crédito del país y retrasar la recuperación del tan anhelado Grado de Inversión. Por eso el llamado a la prudencia en el manejo de las finanzas públicas. La Regla Fiscal es un importantísimo instrumento para afianzar la credibilidad en la política económica, para la estabilidad y el crecimiento económico. Así que cuando se trate de la Regla Fiscal, no aplica el viejo y conocido refrán que dice: “Toda Regla tiene su excepción”. ¡No señor, esta no!