Esta semana la ciudad debió vestirse de gala para llevar a cabo su tradicional Feria. Pero no fue así. La administración municipal saliente programó el festejo para la segunda semana de enero, lo que ha dejado un sinsabor entre propios y extraños, manizaleños de aquí y de allá, así como de todos aquellos que deberán ‘correr’ una semana su viaje a Manizales o simplemente dejarlo para el año entrante.
Entiendo que existe una norma de carácter local que dispone que la feria debe comenzar el primer domingo del año. Ello, en el caso extremo, ocasiona que la feria se desarrolle íntegramente durante la segunda semana del año y por tanto finalice, como este 2024, el 14 de enero, lo que resulta insensato para una buena cantidad de visitantes provenientes de Bogotá, Cali, Medellín, Santanderes, Costa, entre otros, así como del extranjero, quienes comienzan su ciclo laboral la segunda semana del año. 
Pero ¿por qué no definir de una vez por todas que la Feria de Manizales arranque, siempre, el 2 de enero de cada año? En Cali empieza la feria, sí o sí, el 25 de diciembre y en Pasto su carnaval el 28. Hay que institucionalizar la fecha del 2 de enero para que todos los visitantes, nacionales y extranjeros, puedan extender sus vacaciones de fin de año y estar en Manizales la primera semana de enero, como es lo lógico. Pregunto: ¿Los que expidieron la referida norma (decreto o acuerdo, no lo sé) para que la feria comience siempre el primer domingo del año, sustentarían su decisión en un riguroso análisis socioeconómico? Esperaríamos que así hubiere sido; de lo contrario estos genios merecerían una “banderilla negra”. Celebrar la Feria de Manizales durante la segunda semana del año, genera un impacto negativo en los diferentes renglones de la economía ferial: temporada taurina, exposiciones y eventos, discotecas, bares, cafés y similares, hoteles (incluidos apartamentos, casas y fincas -Airbnb-), publicidad, restaurantes, transporte público, ventas ambulantes, entre muchos otros. Es indiscutible que los resultados económicos de la feria no serán los mismos.
A todo lo anterior, sumémosle el hecho de que en esta ocasión no habrá concierto de feria. Lastimosamente en los últimos años se ha perdido la costumbre de un “superconcierto de feria” (¿ha faltado gestión de la Alcaldía?). No volvimos a ver artistas internacionales de la talla de  Vicente Fernández, Miguel Bosé, Juan Luis Guerra, Don Omar, Alejandro Sanz, ni nacionales del calibre de Juanes, Vives, Fonseca, Cepeda, Balvin, Yatra y tantos otros más. Hay que rescatar la imagen del superconcierto y recomendarles a los empresarios locales que se asocien, en alianza estratégica, con alguna de las grandes promotoras nacionales para garantizar el nivel de producción y la nómina de artistas para el evento musical más grande de la feria. 
Una feria de primera, como siempre ha sido la de Manizales, con su tradicional temporada taurina y demás eventos espectaculares, debe celebrarse la primera semana del año para captar la mayor cantidad de visitantes. No podemos bajar la guardia con este certamen, uno de los más tradicionales de la ciudad, que enfrenta indeseables y serios desafíos antitaurinos que podrían herirlo gravemente, lo que demandaría los mayores ingenio y audacia de la dirigencia manizaleña para que la Feria siga siendo la “primera de América”.
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Queda abierto el debate y tiene la palabra el nuevo Alcalde, en quien la ciudad ha depositado su confianza para enderezar su camino. Jorge Eduardo Rojas tiene todas las características de un buen Alcalde: liderazgo, experiencia, ejecución y buen programa de gobierno. Confiamos en que la combinación de estas características garantizará una excelente gestión. ¡Buena suerte le deseo!