Las cifras son las cifras. Ahí están y han sido reveladas por una entidad que, hasta hoy, ha gozado de absoluta credibilidad: el DANE. ¡Confiando que así perdure! La última cifra revelada nos muestra un panorama gris: la economía colombiana creció apenas un 0,3% en el trimestre abril-junio. Y si dicha cifra la cotejamos con el continuo deterioro de algunos indicadores líderes de la economía, como las ventas del comercio minorista, la producción industrial y las licencias de construcción, también reportados por el DANE, no resulta extraño que muchos analistas económicos pronostiquen que en los últimos dos trimestres del año la economía decrezca y entremos en lo que técnicamente se conoce como “recesión”.
Pero lo más preocupante es que aquellos sectores de la economía que concentran la mayoría de la ocupación laboral del país están en franca contracción (léase “decrecimiento”): la industria (con alrededor de 2,3 millones de ocupados a junio) se redujo 4%; la construcción (con 2,6 millones de ocupados) cayó un 3,7%, el comercio (con 4 millones de empleados) bajó 3,2%, el agro (con 3.2 millones de empleados) presentó una reducción del 1,4% y las actividades profesionales (1.8 millones de ocupados) una del 0,2%. Por supuesto que otras actividades crecieron, pero desafortunadamente no impactan significativamente el resultado de la economía, tales como las actividades artísticas y la administración pública; mientras que también crecieron las actividades financieras y la minería que, esas sí, de alguna manera, contrarrestan los efectos negativos del frenazo económico.
Y por el lado de la demanda, preocupan también dos cifras: el consumo de los hogares que pasó de crecer al 15% anual en el segundo trimestre de 2022 a un modesto 1% en el mismo trimestre del 2023; y de otra parte la inversión, que presentó la contracción más alta de los últimos 19 años, cayendo en un 7,8%, explicada principalmente por la reducción en la construcción de obras civiles, menor avance en los proyectos viales y menor importación de maquinaria y equipo para la industria.
Así las cosas, ahora que se avizora el estancamiento de la economía, difícil encrucijada enfrenta la Junta del Banco República para continuar combatiendo la inflación, pues todo parece indicar que estaríamos empezando a experimentar en Colombia lo que se conoce en el argot económico como “estanflación”, término que surge de la fusión de los vocablos de ‘estancamiento’ (económico) e ‘inflación’.
Recordemos que si bien la inflación ha “cedido”, presentando una tendencia “a la baja” en los últimos meses, no es menos cierto que el ritmo ha sido absolutamente lento, pues mientras alcanzó el 13,12% en diciembre del 2022, al mes de julio del 2023 registró un 11,78% (es decir, una reducción de apenas punto y medio en 7 meses). Así, si el Banco República continúa con el alza de las tasas de interés, o incluso si decide conservar su actual nivel, seguramente ello va a contribuir a que la actividad económica continúe a la baja. Pero si, por otro lado, el BanRepública decide comenzar a reducir dichas tasas de interés, seguramente la inflación va a ser más renuente a bajar, situación que nos afectará el bolsillo a todos. Es decir “palo porque bogas y palo porque no bogas”.
La solución a esta difícil encrucijada seguramente pasa por el apoyo de la política fiscal, es decir, por la puesta en marcha de un ambicioso y estructurado plan de reactivación económica por parte del gobierno, de modo que el Banco República se pueda concentrar en la difícil tarea de contener la inflación, minimizando los costos que ello acarree en términos de actividad económica y logrando ahuyentar ese terrible fantasma llamado estanflación.