Traigo el recuerdo de un momento, a propósito del aniversario del nacimiento de Gabriel García Márquez. Coincidió con que por esos días saqué el libro de la biografía escrita por Gerald Martin sobre Gabriel García Márquez de mi biblioteca y que leí la dedicatoria que Gerald escribió, días después del patatús que le dio en Bogotá recién llegado de Londres, justo en el momento en el que empezaba a darnos una entrevista: “You Lina; in Bogotá, in unforgettable circunstances, with all best wishes”, Gerald Martin, 20 de abril de 2015.
Leer esta dedicatoria me llevó a esa tarde soleada de abril de 2015. A la casa en el barrio La Candelaria en Bogotá del arquitecto Simón Vélez, que nos la había prestado, por esa época, como locación para grabar entrevistas. Desde la calle sólo se ve un muro con una puerta (nadie se imaginaría las casas y el paisaje que había detrás). Cuando se abre la puerta entra uno como a un túnel de enredaderas y matas que conduce al jardín interior de las casas de él y de sus hijos. 
Yo trabajaba, por ese entonces, en El Radar, un programa de entrevistas de Caracol Televisión que se trasmitía de lunes a viernes como a las 11 de la noche. Ese día, si mal no recuerdo, el periodista Darío Arizmendi entrevistó a Simón Vélez, y de paso decidimos grabar ahí otra entrevista con Gerald Martin, el biógrafo de Gabriel García Márquez, que por esos días estaba en Bogotá. 
A Gerald lo recogimos en el carro de producción en su hotel para llevarlo a la casa de Simón.  Lo recibí en la puerta, pasó por el túnel de matas, por el jardín hasta esa sala del altillo con una terraza, inolvidable, transformada con cámaras, cables, luces, set de maquillaje. 
Todos estuvimos listos, nos sentamos con Gerald Martin frente a frente. Una vez le hice la primera pregunta y él la iba a contestar como que se congeló todo. Hubo un silencio eterno, hasta que Gerald dijo: “no me siento bien”. De inmediato paramos todo. Juan, el camarógrafo, apagó la cámara; alguien que ya no recuerdo, corrió por agua. Todos nos asustamos, se veía como mareado. Luego de unos minutos y de darnos cuenta que no era una emergencia, él se puso de pie. Hablamos de que podría ser la altura, llevaba pocas horas en Bogotá. 
Al momento, me pidió regresar al hotel. Lo acompañamos en el carro de producción con Juan. Caminó despacio para bajar, para pasar de nuevo por el túnel de matas y llegar hasta el carro. De regreso entre los trancones, el silencio. Al llegar, subió a su habitación mientras nosotros nos sentamos en el lobby del hotel a esperar hasta asegurarnos que iba a estar bien. Yo no podía dejar a quien probablemente ha acumulado más detalles de la vida del mejor escritor que iba a tener en toda su historia el mundo en esas desafortunadas circunstancias. 
 Al final, y después de un buen rato, mi teléfono sonó. Era Gerald con su amabilidad y español perfecto para decirnos que no nos preocupáramos, que iba a estar bien y agregó: - también pudo haber sido la comida de anoche porque estuvimos hasta tarde …¡y los whiskeys! que nos tomamos con los amigos de Colombia-  Esta anécdota para recordar al biógrafo de Gabo, a Gerald Martin en las aturas de Bogotá, por esos días en los que no pudo ser entrevistado (aunque después, logramos la entrevista), pero sobretodo, para recordar al mejor escritor del mundo, Gabriel García Márquez en su cumpleaños.