Juan Carlos Acevedo Ramos obtuvo el año inmediatamente anterior el XII Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus, un galardón que se suma a sus anteriores reconocimientos, el Premio Nacional de Poesía Descanse en paz la guerra, convocado por la Casa de Poesía Silva, y el Premio Carlos Héctor Trejos, otorgado en el Encuentro de la Palabra, de Riosucio. El poeta manizaleño concursó con el libro Mujeres sin sombra, un poemario donde les da voz a las mujeres para que expresen sus angustias, sus preocupaciones existenciales, su forma de ver la vida, su atracción por la naturaleza, sus sentimientos como madres, sus miedos ante la muerte, su rechazo a la soledad y los laberintos que sus corazones “cruzan con destino incierto”.
Mujeres sin sombra es un libro de poemas que podríamos llamar vanguardista no solo en la forma, sino también en el fondo, toda vez que recurre a una estructura poética novedosa, y a unos temas que pocas veces se han tocado en la poesía moderna. La novedad literaria la encuentra el lector, sin ningún esfuerzo intelectual, en la titulación de los poemas. Todo porque Juan Carlos Acevedo denomina los poemas del libro con días numerados del uno al cincuenta y uno. El primer poema del libro se titula Día uno, y el último, Día cincuenta y uno. Es decir, en cincuenta días cronológicos el poeta recurre a un tono a veces conversacional para que esas mujeres que “marchan en filas con mordaza” desnuden su alma para expresar su dolor ante las cosas que les toca ver.
Juan Carlos Acevedo es una de las voces jóvenes de la poesía caldense que está alcanzando presencia nacional por la fuerza huracanada de sus versos. Desde la publicación de su primer libro, Palabra de la tribu (2001), se empezó a revelar un poeta de gran sensibilidad y, sobre todo, original en los temas que en su poesía aborda. Si en ese libro decía, en el segundo poema, que los creadores de belleza no reciben cuando llegan a una terminal de transportes o a un aeropuerto un abrazo, y que al abrir la maleta descubren con asombro que al lado de la ropa llevan doblada como única compañía la palabra, en Mujeres sin sombra pone en labios de ellas frases tan bellas como esta: “Bajo nuestros pies/ las huellas del silencio/ abren caminos de herradura/”.
En el libro ganador del XII Premio Nacional de Poesía Eduardo Cotes Lamus, convocado por la Gobernación del Norte de Santander, Juan Carlos Acevedo experimenta en otras formas de escribir poemas. En Mujeres sin sombra juega con la forma en que van escritas las palabras. Hay ocasiones en que el verso, por lo regular al final del poema, está escrito en la mitad de la hoja, y el que sigue en el otro renglón un poco más a la derecha, como palabras aisladas. Esta forma de escribir poemas está muy en boga en los poetas modernos. Antonio María Flórez la utiliza mucho. La aprendieron de figuras como Mario Benedetti. Así, el lenguaje se hace más plástico. En los libros anteriores a este, el poeta galardonado esquiva un poco esta manera de escribir.
Mujeres sin sombra “invita al lector a hacer un viaje por igual número de días para conocer historias con voz de mujer”, dijo el diario La Patria. Y, la verdad, es que cada poema es una situación vivida, es una historia contada, es una reflexión abierta, es un pensamiento crítico y es una invocación material de mujeres que pasan por la vida ofreciendo una sonrisa, extendiendo su mano para dar cariño, hablando sobre sus vidas, aconsejando a los suyos. Son mujeres que encienden el fuego de la pasión, que dominan el arte “de leer las cenizas y los presagios” y que anhelan “la estación de las lloviznas” para hablar de su soledad. Mujeres que llevan en el corazón una herida, en la mirada una tristeza y en la voz un canto a la vida. Mujeres que “mancharon con su sangre el suelo fértil de la tierra”.
El poema más hermoso que, en mi concepto, ha escrito Juan Carlos Acevedo, está en el libro Correo de la noche. Se titula “Conjuro”. Es un poema corto, de lenguaje acariciante, tejido con metáforas precisas, donde el autor se explaya en imágenes preciosas para cantarle a la amada. En uno de sus versos dice: “Al elevar una plegaria para bendecir tu cuerpo, amado bajo la fiebre de mayo, subrayo tu nombre”. En otro verso dice: “Para escribir, con la tibia luz de julio, la palabra amor, deletreo tu nombre”. De Mujeres sin sombra quiero destacar el poema “Dia cuarenta” por este verso: “Los olvidos/ llegan hasta nosotras/ como golpes de alas/ en las noches/”. Finalizo diciendo que este premio proyecta el nombre de Juan Carlos Acevedo en el cielo poético de Colombia.