Manizales cumplió, el pasado 12 de octubre, 173 años. ¿Cómo logró un pueblo pequeño convertirse en una ciudad pujante? Debido al empuje de una raza y, sobre todo, al cultivo del café. En los primeros años del siglo XX este producto se convirtió en factor de desarrollo. Cafeteros como Pedro José Mejía Jaramillo, propietario de la finca La Manuela, y Eduardo Walker, que tenía extensos cultivos del grano en su hacienda de La Cabaña, impulsaron la creación de empresas comerciales. En 1881 Alejandro Gutiérrez, Pedro Uribe Ruiz, Manuel Grisales y Antonio Pinzón crean el Banco Industrial de Manizales. Diez años más tarde se creó el Banco de Manizales. A este le antecedieron el Banco Prendario y el Banco de Depósitos. Fueron las instituciones que manejaron las divisas que generaban las exportaciones del grano.
El desarrollo que Manizales ha logrado en estos 173 años ha sido inmenso. Primero fue el Cable Aéreo. Thomas Eastman, que era entonces ministro de Hacienda, conocía la necesidad que el país tenía de implementar medios de transporte que reemplazaran a la arriería. Como el café se había constituido ya en el primer renglón generador de divisas para la economía colombiana, debía agilizarse su transporte hasta los puertos de embarque. Fue así como se constituyó la sociedad The Dorada Railway, que con un capital de 1.250.000 dólares inició, en 1912, la construcción del cable aéreo Manizales - Mariquita. Los trabajos fueron dirigidos por el ingeniero James Lindsay. Fue inaugurado el 2 de febrero de 1922. Otra línea que iba hasta Aranzazu se empezó a construir en 1926.
¿Fue el café factor determinante para la industrialización de Manizales? ¡Sí! Porque la ciudad se convirtió, de pronto, en sede de las mejores trilladoras de la región. La primera, de mover a mano, traída por Pantaleón González, que funcionó en el sector de “El Arenillo”, se instaló en 1894. Luego se establecieron las trilladoras “La Oriental” y “La Estrella”. A principios del siglo, debido al incremento de la producción, se montaron las trilladoras “La Argentina”, “El Porvenir” y “La Americana”. Se crearon además grandes firmas exportadoras del grano como “Pinzón y Huth”, “American Coffe Corporation”, “Casa Inglesa de Jones” y “Alejandro Angel”, que llegaron a ocupar más de dos mil personas en las labores de escogencia del grano. Carlos E. Pinzón se convirtió en su más grande exportador.
La exportación de café permitió que Manizales mejorara su sistema vial. Y también su infraestructura de servicios. La apertura del camino de La Elvira impulsó la arriería. Las recuas de bueyes y mulas transportando todo tipo de productos eran inmensas. Había veces, incluso, en que se presentaban trancones en el paso de los animales. Este camino era más corto que el camino del Ruiz, que había sido abierto a mediados de la década del cuarenta. Según el historiador Albeiro Valencia Llano en su libro “La dinámica colonizadora en la fundación de Manizales”, la ciudad no disponía de la cantidad de animales que se requerían para la movilización de la carga que entraba y salía por este camino. Fue esta la razón para impulsar el cable aéreo. Y luego el ferrocarril.
Hombres visionarios le han inyectado a Manizales, durante estos 173 años de historia, dinámica industrial. Primero fueron Francisco Jaramillo Ochoa, Carlos E Pinzón, Sinforoso Ocampo y Antonio Arango, que invirtieron los recursos que les dejaba la venta del café en crear empresas. Nacen así el Banco de Caldas en 1915 y el Banco del Ruiz en 1916. En 1919 se funda la Empresa de Hilados y Tejidos de Caldas, que sería el antecedente histórico de Tejidos Unica. En 1920 funcionaban en Manizales cuatro fábricas de chocolate: La Cruz, Luker, El Rey y Vélez. Después llegaron, con sangre fresca, los azucenos. Estos inversionistas le dieron un nuevo aire industrial a la ciudad. Crearon empresas que dieron a Manizales proyección industrial.
Como dato histórico es importante decir que era tanto el movimiento de divisas en Manizales que, en 1924, de los 3.348.182 dólares que le entraron al país, la tercera parte correspondía a los caficultores de la ciudad, que tuvieron ingresos por 1.127.240 dólares. Comparado con el presupuesto local, que era para ese año de 457.756 pesos, esta era una cifra verdaderamente alta. Ese dinero se irrigó, sin lugar a dudas, en la economía local. De allí que de ese pequeño pueblo que en 1928 recibió con júbilo la llegada del ferrocarril se haya llegado, en 173 años, a esta ciudad pujante que debido a su topografía quebrada venció dificultades para forjarse un camino de progreso. Han sido 173 años de esfuerzo titánico. 173 años construyendo una ciudad que le ha dado a Colombia lecciones de grandeza.