Joao Goulao, especialista médico que impulso un programa basado en la despenalización de las drogas en Portugal en el 2021, expreso: “La drogadicción no es un problema criminal, es de salud”. Ese programa de legalización de sustancias psicotrópicas (drogas) impulsado por Goulao y ejecutado por el gobierno de Portugal fue exitoso: se redujo al 80% la mortalidad debido al consumo de drogas, principalmente opioides. El gobierno legalizo el consumo de todas las drogas, pero mediante un programa integral, en el que participaron los familiares de los adictos, las juntas de vecinos, una Policía Sanitaria, el Ministerio de Salud y las oficinas de expendio de dosis para consumidores; lo que ha permitido identificar y censar los adictos por barrios para darles seguimientos y, en caso de adicción grave o critica, los mismos familiares, vecinos y policías sanitarios los recluyen en centros de rehabilitación públicos o privados. 
Pero hay un factor socioeconómico que influye en el éxito de esos programas en países desarrollados (Suiza, Canadá…): La alta tasa de empleos, el alto nivel de ingresos salariales, seguridad social y de salud, de viviendas, oportunidades de estudios, de deportes, entre otros beneficios. 
En cambio, en los países subdesarrollados hay que tener en cuenta otros factores asociados o que son cuasas y consecuencias de la adicción a las drogas:
Factor económico social: el desempleo, la falta de oportunidades de estudios para el emprendedurismo; falta de educción y disciplina en el hogar; la promoción de patrones de comportamientos, atreves de los medios de comunicación y las redes, que emulan la vida de los capos y promueven, en las películas y las novelas, la superación personal mediante el crimen organizado. Y como dicen los psicólogos, “Mono ve, mono hace”. La educación es un proceso de emulación y de convencimiento. 
Factor cultural: La penetración cultural que promueve los modismos aberrados como la hooka, asociados a nuevos “géneros musicales urbanos” que algunos estimulan el consumo de estupefacientes, modales vulgares y el simple apego a lo suntuoso, lucrativo (carros de lujo, prendas caras…) sin trabajar honradamente.” Se promueve el amor a la apariencia, no al contenido, a la boda, más que al amor, al funeral, más que al muerto” …Es la cultura del descarte según Eduardo Galeano. 
Factor psicológico individual: El “impulso univoco” de la curiosidad de los seres humanos a descubrir o desafiar lo prohibido “(S. Freud) . Es el caso de la famosa Ley Seca en Estados Unidos (cuando Al Capone) que prohibía la venta y consumo de bebidas alcohólicas y esto indujo al aumento de la demanda, del precio y a las grandes fortunas de las mafias italianas, inicialmente en Chicago, en la década de 1930. 
Por eso, otros teóricos de la legalización de estupefacientes, justifican las propuestas, como Johan Hari : “Y  si todavía dudas que la legalización es la solución, piensa en esto : ¿Dónde está el Pablo Escobar de la ginebra?¿Dónde está el Chapo del bacardi? Desde que se legalizo el alcohol el Al Capone del alcohol desapareció. Los negocios ilegales dejaron de distribuir  la sustancia porque las primas de riesgo significaban la que industria   i   legal los abarataba cada vez más”. 
Hay una cruda realidad: a las grandes potencias occidentales no les interesa , verdaderamente, eliminar las drogas, porque si quisieran, lo lograrían sin derramar una gota de sangre, usando los drones o aviones de guerras no tripulados para fumigar (con insumos de deforestación) y quemar unas quinientas mil hectáreas sembradas de coca y marihuana desde Bolivia hasta Colombia y sus respectivos laboratorios; según el Informe Global de Cocaína de las Naciones Unidas “Colombia, Perú y Bolivia son los mayores productores de coca en el mundo” ( UNODC, 2023) . Igual podrían hacerlo en la India y otros países que son los mayores cultivadores y productores de opio, “La plata de la adormidera” ( Heródoto). 
Además, el negocio de las drogas es tan lucrativo y genera tantos beneficios a las grandes corporaciones financieras, bancas Off Shore y Paraísos Fiscales que es, ya, irreversible. Como lo expresa Cáterin Austin refiriéndose a l negocio de las drogas en Europa, “Que esos quinientos noventa mil millones de euros generarían transacciones económicas seis veces mayores que ese valor para blanquear el dinero, de modo que el impacto real del negocio de las drogas en finanzas internacionales se convertiría en transacciones por valor de tres billones de euros”. 
Solo nos queda asumir programas de despenalización, no simplemente mediante un decreto presidencial; sino, más bien, como un programa integral participativo en los barrios: creando más fuentes de empleos, oportunidades de estudios e ingresos para los jóvenes, centros de alta tecnología, centros de rehabilitación de adictos, oficinas de expendios de dosis mínimas y una policía sanitaria especializada entre otros; pero, endureciendo las penas contra el sicariato, los atracadores, los secuestros y la aplicación de un impuesto o multas al porte de dosis, a partir de cierta cantidad, para que el estado obtenga un retorno de divisas. Imagínense, que Estados Unidos, a través del Plan Obama de legalización de marihuana, logro un retorno de 37 mil millones de dólares; pues, ¿Cuánto recibiría el estado colombiano? Esto, también, es posible.