Gonzalo Duque Escobar

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@godues

Los incendios forestales que arrasan diferentes lugares de las regiones Andina y Caribe del territorio nacional, y que tras la temporada seca sumada a la incidencia progresiva de El Niño ya eran previsibles, para la Procuraduría se han estado agravando por falta de una acción coordinada y articulada anticipada de las instituciones gubernamentales, ya que por la magnitud y extensión de la amenaza la gestión oportuna del riesgo era responsabilidad del Gobierno, y también de los departamentos, municipios y corporaciones autónomas regionales, como de la ciudadanía.
Lo anterior ya que en lo corrido del año 2024, pese a los pronósticos del tiempo por parte del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), donde se ha venido alertando sobre la creciente posibilidad de generación de incendios, y que el pronóstico ahora se extiende a 952 municipios por todo el país, lamentablemente se han registrado más de 200 eventos que han consumido unas 3.500 hectáreas, a lo que se suma el riesgo latente de las heladas y sequías que llegarán durante los meses siguientes.
En épocas de verano intenso suele ocurrir que con El Niño, además de heladas y sequías, también por la actividad humana o la acción vandálica casi siempre, o eventualmente por un rayo, se detonan incendios forestales que, así puedan contribuir regenerando la vegetación en determinadas zonas, lamentablemente con sus llamas suelen generar desastres al afectar los servicios ambientales y la salud, perjudicando multitud de especies que dependen de ellos, a lo que se suma la destrucción en el hábitat humano por daño en redes y pérdida de sistemas de producción.
No olvidemos que los bosques, además de proteger la biodiversidad y los ecosistemas, regulan las lluvias y los cauces previniendo con ello sequías e inundaciones, además de controlar la erosión y aportar a la generación, conservación y recuperación del suelo. Pero en Colombia, donde contamos con variedad de bosques húmedos y de bosques secos, lo grave es que, así como hemos destruido el 96% de los guaduales, según el IAvH, también se ha arrasado el 75% de los bosques de niebla y el 92% de los bosques secos.
Si en el país con el concurso de los consejos departamentales y municipales para la Gestión del Riesgo se implementan medidas preventivas como parte de un plan de gestión integral y coordinado, para actuar con estrategias integrales antes de la ocurrencia de estos fenómenos, ahora que en 583 municipios de Colombia se ha declarado la alerta roja por incendios forestales, entonces las unidades del sistema podrán actuar de forma ágil y efectiva para mitigar todos los riesgos asociados a la amenaza de El Niño y La Niña. 
En cuanto a los incendios, porque urgen campañas para disminuir las malas prácticas ciudadanas como principal detonante, ya que la verdadera cultura de la prevención, que empieza en la escuela, debe pasar no sólo por la preparación para atender las contingencias, sino, y sobre todo, por el cambio de hábitos, que en el caso de los incendios forestales se asocian a colillas de cigarrillo, vidrios o botellas que puedan favorecer la iniciación del fuego, o a encender fogatas en zonas boscosas, ingresar vehículos en zonas verdes y realizar quemas agrícolas o de basuras.
Es que en el desastre que vive Colombia, aunque hace parte de una crisis ambiental global, cuyas condicionantes fundamentales y consecuencias se relacionan con un modelo de desarrollo, que le apuesta al crecimiento a costa del medio ambiente y la miseria humana, también cabe la cultura ciudadana sumada a soluciones concertadas con el sector productivo para mitigar su incidencia e implementar acciones institucionales estructurales y coordinadas, que se constituyan en opciones prácticas para construir un medio ambiente, más humano, incluyente y sostenible.
Finalmente, si la exacerbación de El Niño y de La Niña es la causa de los eventos extremos que, así como en los inviernos explica severas inundaciones, deslizamientos de tierras y avalanchas, entre otros eventos, también con las olas de calor en las temporadas secas tras los aumentos de la temperatura, superando registros históricos, tendremos, además de incendios forestales, frecuentes e intensas sequías y heladas, porque no estamos enfrentando la problemática del cambio climático mediante soluciones prácticas que resuelvan la crisis ambiental.