La Navidad es una de las fiestas más tradicionales del cristianismo, que suele celebrarse con comida, música y trago. Tamales y natilla de maíz fresco molido a mano, la legítima o tradicional como le dicen algunas personas; un roncho Viejo de Caldas o un guarilaque Amarillo o Cristal y eso sí música parrandera o de diciembre como le dicen también, donde se destaca sin duda alguna “24 de diciembre”, canción compuesta por Francisco “Mono” González, pionero de la música parrandera en la voz de la palmireña Lucy Figueroa e interpretado por “Los Alegres del Valle”. Sin embargo, la primera versión fue grabada en México (1938) con el dúo Pepe y Chabela, ¡temazo! Y llegó Año Nuevo para empatar finalmente con la Feria de Manizales: 20 días de comida, música y trago. En estas festividades muchas personas comen, toman, bailan y escuchan música que le rinde tributo a nuestra cultura. Esa combinación de factores, en el marco de un encuentro familiar, convierte ese momento en un espacio solemne y sagrado. Esas bebidas embriagantes, tan emblemáticas de nuestro territorio, entrañan identidad y son una expresión cultural del jolgorio heredado de los indígenas: un tiempo para sembrar, un tiempo para cosechar y un tiempo para celebrar. En el caso de Caldas, primero fue el trago y después la licorera. Claudia Trujillo Estrada es la autora del único libro, con prólogo de Otto Morales Benítez, que se ha escrito sobre la Industria Licorera de Caldas y que fuera realizado bajo la gerencia de Luis José Restrepo Restrepo en el año 2002. Cuenta que en el año 1909 la Nación le entregó al departamento de Caldas la renta y la explotación del monopolio de licores y en 1919, surgió “El Roncito” primer ron producido en estas tierras; aparece luego el cubano Ramón Badía (1928), autor de la actual fórmula del Ron Viejo de Caldas, que se preservaría a través de la figura del técnico y administrador del sacatín Juan de la Cruz Gómez y cuyo nombre quedó estampado en las etiquetas del Ron 5 años. Hace 80 años (1943) se creó la Industria Licorera de Caldas, siendo gobernador Alfonso Jaramillo Arango, mandato bajo el cual también nacieron la Universidad de Caldas y un año después la Central Hidroeléctrica de Caldas. Sin embargo, la gestión del gobernador quedaría empañada por la huelga nacional de choferes de 1943 que, auspiciada en Manizales por Gilberto Alzate Avendaño, arrojó un saldo fatal de 4 manifestantes muertos en la plaza de mercado. Para la época de la desmembración del departamento de Caldas, ya se estaba planeando la construcción de la actual sede administrativa y planta de producción de la Licorera, pues por aquel entonces el centro de operaciones se encontraba en el edificio Alberto Meza Abadía de la ciudad de Pereira. Cuentan que a las carreras, camiones y soldados del Batallón Ayacucho ayudaron a desmantelar todo lo que había en el antiguo edificio para traerlo rápido para Manizales.  La Licorera produce sin duda el Ron más reconocido en el país y en el exterior, y su nombre “Viejo de Caldas” llena de orgullo e identidad a sus habitantes, de la misma manera que lo hace el “Amarillo de Manzanares”. Ahí es donde precisamente se equivocó la Fábrica de Licores de Antioquia, al pretender introducir maliciosamente al mercado un aguardiente que fomenta la subcultura del avivato y del copietas. “Como estamos pegando duro se responde al golpe”, fueron las desafortunadas palabras del exgobernador de Antioquia Aníbal Gaviria, en entrevista a La W Radio (22122023). Algo así como el fin justifica los medios. Vaya manera de competir.