“Gobierno y caficultores unen esfuerzos en el Comité Nacional de Cafeteros”, fue el título del comunicado que firmé como presidente el pasado 16 de agosto después de la sesión del Comité Nacional de Cafeteros.
La reunión fue satisfactoria, salimos con la certeza del deber cumplido, continuamos con la tradición, después de más de 80 años de creación del Fondo Nacional del Café, de seguir trabajando de la mano con el Gobierno de turno.
Compartimos con mis colegas de junta la misma sensación, que fue corroborada además por las expresiones de los señores ministros en el seno de las discusiones. El ministro de Hacienda, doctor Ricardo Bonilla, expresó: “lo que queremos es fortalecer la actividad cafetera y por eso estamos aquí”. De otro lado, la ministra de Agricultura, doctora Jhenifer Mojica, dijo: “somos unos socios donde podemos unificar”.
Dichas manifestaciones nos proporcionaron los argumentos suficientes para titular al comunicado y transmitirle a nuestra audiencia cafetera el buen resultado de la reunión, informándole además que se habían creado las mesas de trabajo para analizar los temas que inquietaban.
Particularmente observé que la representación del Gobierno había validado el inmenso significado de lo que es la representatividad de los líderes cafeteros. Las cifras que les expusimos hablaban por sí solas. Que 185.000 caficultores votaran en septiembre de 2022 -el 55% de los habilitados para votar en el país, siendo en Caldas el 79%- para elegir 387 Comités Municipales de Cafeteros y 15 Comités Departamentales de Cafeteros significó sin lugar a discusiones que la base cafetera había legitimado a la Federación Nacional de Cafeteros como su organización representativa.
Esos Comités Departamentales de Cafeteros, actuando como delegados al Congreso Cafetero y después de consultas con las bases cafeteras, eligieron por unanimidad al actual Comité Directivo y Nacional, responsable de la orientación y supervisión de los asuntos gremiales y administrativos de la Federación.
Pero una cosa es la sintonía y expresión sentida de un equipo que representa al Gobierno en el seno del Comité Nacional y otra muy diferente la que públicamente el presidente, Gustavo Petro, con su verbo enardecido, pronunció en Pitalito (Huila) frente a un grupo de asistentes, muchos de ellos caficultores y beneficiarios durante toda su vida de unos bienes públicos prestados con eficiencia por la Federación para que su actividad cafetera se haya podido realizar con resultados objetivos. Esa tarde el presidente dijo: “si la FNC no se reestructura de acuerdo a la base cafetera se acaba el contrato del Fondo Nacional del Café con la Federación Nacional de Cafeteros”.
Me pregunto ¿ha fallado la Federación en el ejercicio de sus funciones? ¿Y el parque cafetero actual con el 86% de variedades resistentes, ejemplo en el mundo y donde se conjugan los resultados de la investigación y la gran labor del Servicio de Extensión, no significa nada? ¿Y esa Garantía de Compra que le permite al caficultor vender su café en cualquier municipio cafetero, a un precio justo ligado a las condiciones de mercado qué significa entonces? Estos son solo dos ejemplos de los tantos que podría citar y que muestran el gran trabajo que ha hecho la Federación a lo largo de su historia y en favor las bases cafeteras que son su razón de ser.
La administración del Fondo Nacional del Café confiada a la Federación Nacional de Cafeteros por más de 18 presidentes de la República y refrendada en la firma de más de 8 contratos de administración es prueba irrefutable de la idoneidad de la Federación para continuar con esa administración.
El último informe de auditoría interna del Fondo resalta en sus conclusiones que la Federación cuenta con adecuados elementos de control que le permiten llevar a cabo sus operaciones y que la administración actual ha hecho énfasis en la definición de una cultura organizacional basada en la autorregulación, autocontrol y autogestión, elementos fundamentales que le permiten continuar administrando el Fondo con eficiencia, austeridad y transparencia.
Tengo la convicción propia y autocrítica de una Federación que debe reestructurarse y ser mejor y más moderna cada día. Pero no comparto de ninguna manera que los recursos del Fondo Nacional de Café, que son un aporte de los caficultores, se los entreguen a otra entidad diferente a la Federación, cuando todas las generaciones de cafeteros y sus líderes han construido una Institucionalidad de más de 96 años que a todos nos enorgullece y que el mundo caficultor añora tener.
Tampoco comparto la idea de algunos pocos de que la Federación no sea la organización que representa a los cafeteros. En las pasadas elecciones cafeteras se eligieron 4.644 miembros de los que el 93% son pequeños productores que hacen parte de los Comités Municipales y Departamentales. ¿No son ellos la base cafetera? Esa misma estructura Democrática eligió con el voto unánime de los 15 Comités Departamentales de Cafeteros a Germán Bahamón Jaramillo, en un proceso transparente, como el capitán de un barco que sabe su puerto de llegada y donde todos acompañamos sus propuestas de reforma que ya se iniciaron.
Presidente, no juzgue al gerente por un pasado o unos tweets, él ya no vive allí y usted tampoco. Llegó la hora de que usted se tome un café Juan Valdez con Germán Bahamón y el Comité Directivo. Esa tradición de conversar, tomar café y construir el futuro es uno de los mejores legados de nuestros antepasados. Así lo hicimos con su equipo de Gobierno en el pasado Comité Nacional de Cafeteros. Sería un gesto de reconciliación y un espaldarazo al programa de Paz Total que tantos beneficios le puede traer al país.