Son malos tiempos para el vehículo particular y sus conductores. Al carro y a la moto ya no les cuadran sus utopías. Se va acabando eso de tener una ciudad al servicio del motor, con carriles despejados para poder salir tarde a la cita y aún así poder llegar cumplidos, a cero pesos. Los miles de millones en obras públicas no solucionan hoy la congestión. Tampoco las ciudades logran consentir como antes la comodidad de los motorizados.
Todavía quedan excusas. Que si le fallamos al carro o a la moto es solo por ineficiencia de un alcalde o del otro, de un secretario, de un contratista, del mal diseño, del invierno, de la tierra, del aire, del fuego, del agua, del destino, del azar, de la ira de Dios. Que qué raro, si para el carro todo es posible y todo es justificable, solo falta echarle ganitas.
Son excusas todas que solo insisten en ver la enfermedad como si fuera solo el síntoma. Excusas para vender el sofá. Mientras que en mayo el RUNT reportaba para el país un parque automotor acumulado de 17 millones 500 mil vehículos, en 2019 la cifra iba apenas por los 14 millones 500 mil. Es decir que aumentamos 3 millones de vehículos en un poco más de 3 años. Esto sin contar con que el aumento es cada año mayor. El crecimiento entre enero y diciembre de 2019 fue de 800 mil vehículos. Entre enero y diciembre de 2021 fue de 900 mil.
Manizales parece ser el resumen del derrumbe de estas utopías. Una ciudad que ha duplicado su tasa de motorización en 11 años, según Manizales Cómo Vamos, tuvo que vivir 4 noticias contra el sueño vehicular en menos de un mes. La imposición de un nuevo día sin carro, la implementación de pico y placa, la falta de planeación en la compra de predios del intercambiador de Los Cedros y la caducidad de la concesión de zonas azules.
Claro que allí pueden haber decisiones de políticas discutibles y mala gestión de las administraciones.
En esta misma columna las hemos resaltado. Pero tampoco se puede olvidar que debajo está el modelo de urbano del sueño vehicular, que está llegando a su colapso y que muestra ya ineptitud para tomar las decisiones correctas. Pero por supuesto es un modelo que se mantiene porque tiene unos perdedores y ganadores.
No pierden los conductores de los vehículos. Si acaso demoran hoy dos minutos más en llegar. Quienes están poniendo las pérdidas son los que sufren el deterioro urbano en su salud física y mental. Por ver reducido cada vez más un espacio público sano, distinto al que se usa para transportarse al trabajo. Por perder la vida en los siniestros viales que dejan las velocidades.
No ganan los conductores tampoco. Si acaso siguen gozando de un uso barato de sus carros y motos, con impuestos bajos y tarifas mínimas de parqueo y de seguros. Quienes se están quedando con toda son los políticos y sus redes empresariales, porque el sueño vehicular les sale rentable para sus carreras electorales.
Al exalcalde Octavio Cardona se le advirtió que no debía entregar la concesión de zonas azules con una licitación de un solo proponente. A una empresa cuestionada, como lo denunciaron en su momento la Corporación Cívica de Caldas y Manizales en Común. Siguió adelante, con la sombrilla de garantizarle a los conductores de Manizales espacios infinitos y sin gestión para parquear barato en la vía. Hoy el exalcalde es representante a la Cámara.
Por otra parte, el alcalde Carlos Mario Marín no resuelve los errores de siempre en las contrataciones viales de la ciudad y hoy tiene el retraso en Los Cedros. Eso de contratar vías rápido, sin planeación, arreglando sobre la marcha y así justificando adiciones y prórrogas. Todo por darle tranquilidad al sueño vehicular de que su movilidad sostenible también es con carros y motos. Al final el intercambiador se va a hacer, con retrasos, con sobrecosto, con la foto cortando la cinta y con el eslogan de “cumplimos”. También con el trancón encima, como lo vimos en La Carola y en la Autónoma.
Aquí mi punto. El sueño vehicular ya no le funciona a los carros pero es rentable aún para los políticos. Aquí mi otro punto. Esa es una pista de que hoy una ciudad que le apueste menos al sueño vehicular, es también una ciudad más proclive a solucionar malas gestiones de sus gobiernos.