En este 2024 la mitad de la población mundial tendrá elecciones para elegir a sus gobernantes. Serán aproximadamente cuatro mil millones de personas las que elegirán a sus lideres, en países como India, México,  Indonesia,  Pakistán, Turquía y si se le dan las condiciones que quiere Maduro, puede que las convoque en Venezuela. Las elecciones que más expectativa generan son las de los Estados Unidos, que se tendrán en un momento crucial en el que la paz mundial está seriamente amenazada.  No son  de poca monta  las actitudes de Putin en su invasión a Ucrania y en sus relaciones con sus vecinos; además  de lo que está sucediendo en el cercano oriente. 
Nada más absurdo que el panorama electoral de Estados Unidos.  Joe Biden, a finales de este año tendrá 82 años de edad, 0y Donald Trump cumplirá en el mes de junio  77 años de edad.  No creo que ninguno de los dos candidatos esté en edad de gobernar un país y menos de la importancia de los Estados Unidos y en los actuales momentos que está viviendo el mundo. Aclaro que no tengo nada en contra de las personas mayores, pero hay oficios que exigen estar en condiciones físicas y mentales óptimas para desempeñarlos. El mundo moderno es muy exigente  con  los gobernantes. 
A Biden sus contradictores, empezando por Trump,  lo tienen asediado por sus lapsus mentales.  Recientemente ante una investigación que le hicieron por encontrarse en su casa documentos clasificados, el fiscal encargado del caso decidió no presentar cargos, manifestando entre otras que era un viejo con mala memoria, pero con muy buenas intenciones.  Comentario que generó una airada respuesta del presidente, en la que desafortunadamente cometió un error al confundir al presidente de México con el de Egipto.  Este hecho terminó complicándole aún más su situación. Hay que aclarar que Trump tampoco es que se caracterice por su buena memoria.  También tiene un historial lleno de errores y despistes. 
En esta campaña de olvidadizos y desmemoriados ha salido  favorecido Trump, a quien los electores lo consideran como el más capacitado para gobernar el país.  La vejez y los lapsus le están pegando más duro a Biden desde el punto de vista electoral, que los 91 delitos penales imputados en cuatro procesos judiciales a Trump. Trump  durante su presidencia, fue un gran  generador de propuestas absurdas y temerarias,  que las está reiterando ahora como candidato,  como la de  retirar a los Estados Unidos de la OTAN, dejando a Europa desprotegida  y a merced de los aires imperiales y expansionistas  de Putin. 
En su Gobierno abusó del Twitter.  Su administración estuvo plagada de incoherencias y controversias a nivel nacional e internacional. Le costó mucho trabajo entregar la presidencia. Convocó marchas y propició una toma al Congreso para presionar ante un supuesto fraude electoral en las elecciones presidenciales. Son muchas las investigaciones que están en curso contra Trump, siendo la más fuerte la del ataque al Congreso.  El expresidente alega que estas infracciones se cometieron cuando gozaba de fuero presidencial, por lo que a él lo debería investigar el Congreso, donde goza de mayorías. Aunque se dice que las investigaciones pueden continuar  siendo presidente,  es muy poco probable que  concluyan.  Trump como presidente no se va a dejar  tumbar.  
Hay muchas similitudes entre  Petro y Trump. Nuestro gobernante se caracteriza por sus excesos en la plataforma X, con  mensajes  confusos, contradictorios y en muchas oportunidades plagados  de  mentiras como la de que, parodiando a santos:   el tal bloqueo al Palacio de Justicia nunca existió. Petro, para generar apoyos, propicia marchas populares con las que ataca a sus contradictores del momento. Como a los empresarios, al Congreso -así sea que controle este cuerpo colegiado- y a la rama judicial. Para lograr sus objetivos está dispuesto a lo que sea. Además de amedrantar a los que no le obedecen, acude a instancias internacionales para que le ayuden a presionar, lo apoyen y respalden. Se puede dar muchos lujos porque tiene claro que el único órgano que lo puede investigar y sancionar es el Congreso de la República, donde tiene la mayoría, por lo que es muy baja la probabilidad que  se le investigue y menos que se le sancione.