Nuestro departamento tiene dos instituciones culturales muy importantes: el Taller de Ópera de la Universidad de Caldas y la Orquesta de Cuerdas de Caldas, adscrita a la secretaría departamental de Cultura. Ambas forman músicos y cantantes; promueven y divulgan músicas a las cuales el gran público no suele tener acceso. Incluidas las andinas colombianas, erradicadas de la radio y la televisión por ignorancia de muchos programadores y locutores, sensibles únicamente a la payola de reguetoneros, salseros, vallenatos cachacos y despechados paisas. Relegadas en periódicos y revistas a la sección de farándula.
A diferencia de los vigorosos frutos de la payola, el futuro de ambas entidades es incierto. También por ignorancia: directivos universitarios y gobernantes no alcanzan a vislumbrar los tesoros de que son custodios y la resonancia social que han logrado. Unos sólo ven presupuesto y resultados inmediatos; otros tienen mentalidad electorera.
Germán Camilo Díaz, director escénico del Taller de Ópera, anunció la intención de la Vicerrectoría de Proyección Social de poner fin a una trayectoria de 32 años, durante los cuales la agrupación no se ha limitado a hacer montajes de concierto o versiones reducidas de óperas del repertorio mundial. También ha dado a conocer la creatividad caldense, con piezas escénicas como Pensamientos de Guerra y Drácula, del compositor manizaleño Héctor Fabio Torres, decano de la Facultad de Artes y Humanidades de la misma institución que piensa clausurar el taller; Ocasos, de Díaz, con bambucos y pasillos de Pedro Morales Pino, y Gardel, entre varias. El dramaturgo pide a la vicerrectora de Proyección Social revaluar la decisión y garantizar la continuidad del Taller. Que considera el perjuicio que causará a profesores y estudiantes, a quienes se impedirá seguir trabajando en lo que saben hacer, unos; y formarse, los otros.
Tal vez sea mejor pedir al Consejo Superior evaluar los propósitos de esa vicerrectoría y el perfil del vicerrector. Es difícil aceptar que se entienda como “proyección cultural” la supresión de varios programas de arte. Porque el Taller de Ópera no es el único en entredicho. También se debe tener en cuenta la crisis del Centro Editorial, causada por decisiones erráticas de anteriores vicerrectores (además de la pandemia), que indujo a reputados autores caldenses como Octavio Escobar, Albeiro Valencia y Orlando Mejía, a publicar por cuenta propia. 
Menos dramática es la situación en la Orquesta de Cuerdas, aunque el nuevo gobernador de Caldas y el nuevo alcalde de Manizales no han manifestado intención de acabarla… hasta ahora. Ojalá sigan así cuando se enteren de su existencia. Sin embargo, se advierte cierta incertidumbre en Humberto Gallego, el director ejecutivo de la orquesta: “A veces los recursos no son los apropiados”, “las partidas están restringidas” y “hay muchas necesidades”, declaró a La Patria. Recordó los 33 años de trayectoria del ensamble, la presencia en todo el departamento y la formación de niños, nada de lo cual suele llegar a oídos del público, ni sus gobernantes. Gallego es vocero de muchos caldenses: “Esperamos que los nuevos mandatarios tengan presente nuestra trayectoria y la labor que hemos hecho” y asignen “los recursos para poder seguir en esta labor”.
Por fortuna, la nueva secretaria de Cultura de Caldas conoce la orquesta, la comarca y muchas de sus manifestaciones culturales. Su nombramiento es esperanzador y ojalá sepa despojarse de cierto lastre que carga, que podría perjudicar su labor. La orquesta recibirá su respaldo, seguro, pero ¿quién defenderá el Taller de Ópera?
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Otrosí: Las Danzas del Ingrumá, de Riosucio, cumplen hoy 55 años de actividad ininterrumpida, como divulgadoras del auténtico folclor y la verdadera cultura caldense. El respaldo estatal es casi inexistente. Un milagro de supervivencia.