Este es un llamado al orden: “Escapen de esta generación perversa”; y el apóstol Pedro nos exhorta: “Si obrando el bien soportan el sufrimiento, hacen una cosa hermosa ante Dios, pues para esto han sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus huellas”.
Es un llamado serio: ¿Realmente, estamos dando testimonio de Cristo resucitado en todo momento y lugar… o solo contemporizamos pensamientos y obras, según lo que “el mundo nos ofrezca”, como generación perversa?.
La “generación perversa” es libertinaje, deshonestidad, cobardía, venganza y corrupción; es una generación egoísta que desprecia la vida y la verdad prefiriendo ceguera antes que reconocer al malo y combatirlo. Escapar de aquí nos impone a los bautizados convertirnos; andar con Cristo, contracorriente, en el mundo y frente al mundo.
“El Señor es mi Pastor, nada me falta” es palabra de Fe, impulso y seguridad para aceptar la Cruz y estar dispuestos, como Esteban el protomártir quien dio la vida, apedreado, perdonando a quienes lo asesinaban y diciendo con Jesús: “Padre, no les tengas en cuenta este pecado”. El sufrimiento redime y santifica y la fe en Jesucristo sana las heridas. La Palabra de hoy caracteriza al Buen Pastor:
Hoy necesitamos testigos más que maestros: Todos los creyentes, especialmente obispos y sacerdotes, tenemos que participar en el pastoreo de un rebaño de fieles, dispuestos a dar la vida como el siervo de Yahveh: “Como cordero manso llevado al matadero.. no profirió amenazas… no devolvía el insulto…. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia”.
Necesitamos padres y madres de familia, y educadores, con alma de Buen Pastor: adultos que formen hijos cristianos, pastoreados en el amor, el diálogo, la comprensión, la paciencia y el respeto. Formadores que bendigan más que vociferar, den ejemplo más que amenazar, acojan en lugar de abandonar, formen en principios sólidos, nos enamoren de Dios y nos transmitan su Palabra.
Hoy, en la fiesta del Buen Pastor, suplicamos por vocaciones para la vida ministerial sacerdotal y para la vida consagrada, dispuestos a fortalecer la opción radical por Cristo para dar razón de nuestra esperanza en todos los ámbitos de la existencia.
En un mundo movido por la hostilidad contra la Iglesia Católica, despertemos nuestra parresía y decidámonos por la santidad. Comprometidos con la Evangelización, estudiemos los textos doctrinales, pidamos orientación y unámonos a nuestros sacerdotes… y hagamos Vida la Palabra en nuestras vidas
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