Manizales, gracias a las 13 instituciones de Educación Superior que hacen presencia en la ciudad, pero muy concentrados en sus 6 universidades que integran SUMA, alberga unos 46.808 estudiantes anualmente, de los cuales 37.746 estudian y viven en Manizales. De éstos, el 48,7% o sea 18.382, son estudiantes presenciales: 1/3 proviene de los municipios de Caldas y las 2/3 provienen del resto del país, destacándose muy especialmente los departamentos de Nariño, Valle, Tolima y Risaralda en su orden.
Recientemente Manizales Cómo Vamos calculó el dinero que los estudiantes universitarios aportan a la economía de la ciudad: 339 mil millones de pesos. Esta cifra sola no nos dice mucho. Pero si la comparamos con el café, por ejemplo, renglón importantísimo de nuestra economía, los resultados son asombrosos: la producción de café de Manizales es de 642.000 arrobas aproximadamente (Comité de Cafeteros de Caldas), que vendidas a un precio de $80,000/@ nos da un total de 51 mil millones. Podemos concluir que el aporte que hacen los estudiantes universitarios que estudian en la ciudad, es 6 veces más que el aporte que hace el café producido en Manizales a la ciudad. Para ser justos, supongamos que una parte importante de la producción de Chinchiná y Palestina (973,000 @) pertenece a personas que viven en Manizales y que a lo mejor mueven todo o parte su capital de trabajo por Manizales. Aun así, la relación sería superior a 3 veces. La educación superior le genera 3 veces más recursos a la ciudad que el café.
Con esto no quiero para nada demeritar ni subestimar el valiosísimo aporte del café a nuestra economía, sobre todo a la generación de empleo rural en personas de difícil empleabilidad en otros sectores. Pero sí quiero resaltar el impresionante (y muy poco conocido por la mayoría de los manizaleños) aporte que le hacen las universidades de Manizales a la ciudad.
Si el café tiene en la Federación de Cafeteros una importante institucionalidad de apoyo a los caficultores, el sector universitario ameritaría tener una atención por lo menos similar. El problema grande radica en el hecho de que las universidades locales, tanto privadas como públicas, no son responsabilidad, ni desde el punto de vista financiero ni desde el punto de vista del control y supervisión de los gobiernos departamental o municipal. Esto no quiere decir que no sea muy importante apoyarlas con programas o con políticas públicas para que crezcan, mejoren su calidad, aparezcan en los rankings internacionales y así atraigan más estudiantes. Esto sí sería muy provechoso para la ciudad. Veamos la sola cifra del empleo que generan: 3.490 empleos calificados con un ingreso promedio de $2.622.549/mes. Cabe anotar que por cada 13 estudiantes universitarios se genera un empleo directo, calificado y bien remunerado. Solo imaginemos qué haríamos (alcalde, gobernador, gremios, fuerzas vivas) si tuviéramos la posibilidad de atraer para la ciudad una empresa grande como Amazon o Intel, que generara 3.490 empleos de calidad. Haríamos de todo, lo posible y hasta lo imposible para que esa oportunidad no se nos escapara. Y al lograrlo, sería sin duda el gran acontecimiento en muchos años.
¿Por qué no hacemos los mismos esfuerzos por un sector que ya está establecido, que genera tanto valor y que desafortunadamente no tiene el apoyo suficiente? Para la muestra este botón: en nuestra ciudad están exonerados del impuesto de industria y comercio varios hoteles, empresas culturales, call centers, empresas turísticas, empresas de TICs, el equipo de fútbol de la ciudad, entre otros. En cambio, nuestras universidades privadas, entidades sin ánimo de lucro, sí pagan el impuesto de Industria y Comercio por más de 700 millones de pesos al año.
Podríamos empezar por ahí, por promover su exoneración, para que ese dinero se destine exclusivamente a prestar servicios a los estudiantes; apoyarlos con tarifas preferenciales para el transporte, acceso gratuito o con descuento a espectáculos públicos, museos, salas de estudio 24 horas, wifi gratuito en parques y zonas públicas donde tradicionalmente los estudiantes se reúnen, incentivos fiscales para constructores y/o operadores de alojamiento especializado para estudiantes, más estaciones de bicicletas públicas cerca a las universidades, entre otras.
En conclusión, apoyar las universidades, ayudándolas a crecer y a mejorar su calidad, promocionar el atributo de ciudad universitaria a nivel nacional, atraer a Manizales más estudiantes de otras ciudades, es la mejor y más económica estrategia de generación de empleo y desarrollo económico que nuestra ciudad y departamento pueden utilizar. Una amable invitación a nuestro alcalde y nuestro gobernador a que acojan y hagan propia esta iniciativa.
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