Una vez en una reunión política comenté lo difícil que es conseguir votos, y más cuando se hace en franca lid. Se trata de una labor de convencimiento en la cual quienes gustamos del ejercicio político buscamos el apoyo popular. Por eso, vamos de reunión en reunión, por todos los municipios, dejando nuestro mensaje y haciéndolo calar como una bandera política.
Sin embargo, en varias de las citas que tuvimos con nuestros seguidores nos encontramos con una gran barrera: mucha gente tenía la iniciativa de votar, pero no sabía cómo hacerlo. Muchos de ellos se me aproximaban para enseñarme su intención de apoyo, pero aún creían que iban a encontrar la foto o el nombre, como sucedió en las elecciones que me permitieron ganar la Alcaldía de Manizales en octubre del 2015.
Tener que cambiar el nombre por la descripción del logo de un partido, explicar la ubicación o la dimensión y dictar con sumo cuidado el número asignado en sorteo son situaciones que no sé si fortalecen la democracia al tener una mayor complejidad o si, en efecto, disminuyen el interés de los electores debido a las talanqueras que tiene el actual Código Electoral colombiano.
Sin duda que gran parte de los votos nulos que tuvimos en Caldas en las pasadas elecciones legislativas del 13 de marzo –que debieron ser para candidatos–, con cerca de 28.000, y unos 8.600 tarjetones no marcados, con base en el preconteo, dan muestra de lo complicado del sistema. También hay que sumar el posible voto protesta, es decir, el voto en blanco, que se ubicó en 27.175.
Eso quiere decir que de los 489.635 votantes que se estima participaron en Caldas de las elecciones, unos 64.000 votos no fueron por candidatos, bien sea por protesta o por error. Las cartas están echadas y todos estamos llamados a reflexionar.
Lo otro que hay que analizar son todas las inconsistencias que se denunciaron en el país con los famosos formularios E-14 y la manera como los mismos fueron despachados por los jurados de votación una vez terminado el conteo de votos. Hay que resaltar, eso sí, el acceso libre de los colombianos a conocer los formularios mesa por mesa para poder hacer veeduría y seguimiento a los votos. No obstante, todo esto dejó al desnudo la falta de preparación de muchos jurados y la manera en la que se transmite la información.
Debido a esto, muchos quienes habían gozado de una victoria en el preconteo, se vieron quemados en el escrutinio oficial. Esto sin mencionar lo complejo del diseño del tarjetón, lo pequeño de la tipografía de la tarjeta para Cámara y la necesidad, en muchos casos, de solicitar el tarjetón territorial, en lugar de las circunscripciones indígena o afrodescendiente.
Vale la pena que el Consejo Nacional Electoral estudie de una vez por todas, una manera más clara, más eficiente, más sencilla y si se quiere, menos enredada, para elegir en las corporaciones públicas, es decir, una fórmula que estimule la participación electoral, que reduzca la confusión y los errores de los electores y los jurados. Todo esto propenderá por unas elecciones transparentes y claras; es más, y que, con ello, se eliminen los mantos de duda que se quieren imponer sobre los resultados que, gústenos o no, son consecuencia del pensamiento popular. Se me ocurre, por ejemplo, que los candidatos aparezcan con el logo del partido, pero, en el caso de Cámara en Caldas, el primer logo iría con los números del 101 hasta el 105; el segundo partido, del 106 al 110; el tercer logo, del 111 al 115, y así sucesivamente, de tal suerte que el ciudadano sepa que con aprenderse el número acompaña a su candidato, acierta sin duda en su decisión. Recordemos que en el actual tarjetón había ocho candidatos con el 101, aunque tuviéramos diferentes logos.
Es bien difícil lograr que el ciudadano vote, pues, entonces, hagamos algo para que vote bien.
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