Esta semana la ministra Alicia Arango le restó importancia al asesinato sistemático de líderes sociales en el país. Para ella, las denuncias y las exigencias de protección no son más que chillidos. Esta semana fue apuñalada en el pecho la profesora Sara Fernández. Esta admirable mujer que no solo es una académica reconocida de la Universidad de Antioquia sino también una líder comprometida con los derechos de las mujeres y el derecho de todos a la salud y a la educación, fue atacada en su propia casa. Quienes lamentamos y protestamos por eventos como ese, estamos, según la ministra Arango: chillando. El ambiente está tan enrarecido como en la época en la que Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur, Luis Felipe Vélez y otros muchos defensores de los derechos humanos fueron asesinados.
La forma en la que el actual gobierno criminaliza, estigmatiza o menosprecia los reclamos de diferentes sectores sociales, académicos y políticos que disienten de sus políticas depredadoras en lo ambiental, regresivas en lo económico y autoritarias en lo social, hace sentir respaldados a múltiples intereses asesinos y codiciosos distribuidos por todo el territorio nacional. Era previsible que la transición tras la firma del acuerdo de paz conllevase cierto escalamiento de las luchas y los conflictos sociales. También era de esperar cierta inercia de la violencia mientras el Estado lograba recuperar el control de aquellas zonas sometidas a los fusiles de las Farc. Un acuerdo de paz no desactiva automáticamente los factores de la violencia. El riesgo de una paz violenta está siempre latente. A pesar de ello, en el primer año posterior al acuerdo, los indicadores reportaban una notable mejoría en las condiciones de seguridad (aunque eso no ocurrió en todas las regiones). Sin embargo, la negligencia del gobierno para proteger a los ciudadanos, hacer presencia integral en los territorios más vulnerables, implementar el acuerdo de paz, promover el diálogo político con diferentes sectores de la sociedad y proteger a los líderes sociales y de derechos humanos, nos está conduciendo no solo a una paz violenta sino a una guerra más descentralizada y degradada y, por tanto, más difícil de superar.
El gobierno no está empeñado solo en hacer trizas el acuerdo de paz. El gobierno está empeñado en hacer trizas al país. Con la aquiescencia del gobierno, los terratenientes y las multinacionales mineras siguen devastando la Amazonia, los bosques y páramos andinos y las llanuras del Caribe. Este gobierno, al igual que los anteriores, sigue empecinado en llevar a cabo megaproyectos como el del Puerto Tribugá. Con esas desmesuradas y destructivas inversiones buscan asegurar rendimientos económicos que apalanquen poderes políticos que, a su vez, en un círculo infernal, abran paso a nuevas y destructivas oportunidades de negocios.
Los incendios en La Macarena, el asesinato de líderes sociales en el Chocó, en Antioquia y en otras regiones del país, las reacciones sanguíneas y llenas de cólera del gobierno frente a los informes de Naciones Unidas, el uso de la coartada de la soberanía para evitar el escrutinio de la comunidad internacional mientras Bogotá se pone de rodillas en Washington, las pruebas piloto para la fracturación hidráulica, la grosera instrumentalización del Centro de Memoria Histórica para negar las verdades del conflicto armado, acallar a buena parte de las víctimas y esconder las atrocidades de muchos victimarios, no son eventos aislados. Forman parte de una compleja cadena de intereses orientada a hacer ya sea de la paz o de la guerra, la antesala de la destrucción de las comunidades, sus medios de vida y sus entornos.
Es claro que el problema principal del gobierno no es su inexperiencia o su falta de capacidad política. El problema principal de este gobierno es muy parecido al de los anteriores gobiernos: su afán de usar la paz o la guerra como excusa o estrategia para sacrificar la vida en el altar de los negocios. Lo que pasa con el gobierno Duque es que no se preocupa siquiera por disimular. Es por eso que chillamos señora ministra. Si usted y los que gobiernan no cambian, el mundo será tan oscuro y hostil para todas las personas que usted y sus amigos del gobierno también van a chillar.
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