Con algunos tropiezos de por medio, como ha ocurrido en la implementación de la mayoría de procesos de paz, avanza en nuestro país la implementación del Acuerdo Final. Entre más se acerca la contienda electoral de 2018, la polarización parece aumentar. Aunque pareciera ser deporte nacional el recurrir a insultos y descalificaciones con quienes no estamos de acuerdo –Nairo y Mariana lo tuvieron que padecer esta semana- el diálogo civilizado y el respeto por la diferencia son tareas pendientes que tenemos los colombianos si queremos construir un país en paz.
Ese respeto por la diferencia y el diálogo civilizado son elementos fundamentales de la construcción de una verdadera democracia. Son elementos esenciales para la construcción de una paz estable y duradera.
Precisamente con el Acuerdo Final, teniendo en cuenta que la construcción de la paz no pasa simplemente por lograr la dejación de las armas de un grupo armado al margen de la ley y su reincorporación a la sociedad, fue que se plantearon temas fundamentales como la construcción en democracia de un estatuto que brinde garantías a quienes se declaren en oposición –aprobado por el Congreso el pasado 26 de abril-, o la búsqueda del fortalecimiento de la organización y el sistema electoral, tarea encomendada a un grupo de expertos independientes que presentaron una serie de recomendaciones para lograr el mencionado objetivo.
Con ocasión de las recomendaciones presentadas por la Misión Electoral Especial se ha desatado en el mundo político una discusión sobre las reformas que se deberían tramitar. Acá es donde, desafortunadamente, pareciera no importar qué es lo mejor para el país, sino qué es lo mejor para los intereses de cada uno de nuestros representantes en el Congreso, o de quienes han sido elegidos para ocupar las altas dignidades del Estado como miembros del Consejo de Estado o del propio Consejo Nacional Electoral. Buscan el traje a la medida.
El sistema de partidos en Colombia se echó al traste con el famoso “voto preferente”. Esto abrió la puerta para que muchas elecciones se convirtieran en subastas al mejor postor y que muchos partidos, por conseguir más votos, terminaran viendo desdibujados sus ideales de partido. En algunos casos parecería no existir, ni siquiera, un proceso colectivo y democrático de construcción de esos ideales políticos.
La Misión Electoral propone entre algunas de sus recomendaciones, establecer listas cerradas para la elección de Senado, Cámara, Asambleas y Concejos.
De esta forma, se recuperaría el verdadero sentido de los partidos políticos, ya que los obligaría a fortalecer sus mecanismos de democracia interna para definir quiénes integrarían cada una de las listas que se presenten y que, en caso de que un candidato sea destituido, el partido asuma la responsabilidad política. Adicionalmente, habría mayor control sobre la financiación y se reducirían notablemente los gastos en campañas.
Hoy en día tenemos 13 partidos políticos con personería jurídica. Supongamos que los 13 presentan listas para ocupar las 100 curules del Senado. Con voto preferente, son actualmente 1.300 campañas las que se están financiando y 1.300 campañas que deben ser vigiladas por la autoridad electoral.
Si logramos establecer las listas cerradas, ya no serían 1.300 sino 13 campañas para el caso del Senado. Esto facilitaría enormemente la votación el día de las elecciones, ya que más de uno se enreda con tarjetones inmanejables llenos de números. Entre otras, esas confusiones son las que terminan con un alto porcentaje de votos anulados. Otra ventaja: podríamos reducirlos costos en la financiación y facilitar que las autoridades vigilen las campañas para que, por ejemplo, los topes no se superen.
Esta medida, sumada al proyecto que busca que la personería de los partidos políticos esté atada a un número mínimo de afiliados y no a votos, permitirá el fortalecimiento del sistema de partidos y por ende nuestra democracia.
Esperamos todos los colombianos que la discusión de una reforma política esté a la altura suficiente, dejando de lado los intereses personales y pensado en el verdadero fortalecimiento de la democracia colombiana.
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