Mario César Otálvaro
@macotal
El próximo lunes se cumplirán seis meses del último partido de Once Caldas, que el sábado 7 de marzo empató 1-1 con América en Palogrande por la octava fecha de la liga Betplay. Cero actividades durante un semestre, sin ingresos, con costos fijos que por más que se hayan reducido no tienen ningún respaldo, y una realidad comprometedora y angustiante.
Panorama repetido en la mayoría de clubes del país que claman por un pronto regreso, tratando de encontrar la tabla de salvación que no arrase con sus débiles economías.
Sin público en los estadios, los patrocinios y la televisión emergen como alternativas únicas, restringido el campo de acción de los propios equipos en la búsqueda de recursos.
Ello explica que a la menor posibilidad de escape abrieran el mercado, y el campeonato haya perdido nombres, planteando una competencia pareja, ausente de figuras.
Entre otros se fueron Muñoz de Nacional, Ricaurte de Medellín, Fariñez y Ortiz de Millonarios, Pizano y Rangel de América, que medianamente elevaban el nivel de la liga.
En Once Caldas permanece Ovelar, Junior sostuvo a Borja, Sambueza es posible que siga en Santa fe, y otros pocos más resultan ciertamente atractivos.
Llegará una etapa de supervivencia ante la premisa de que vuelva el fútbol como sea -ya ni se sabe si el sistema aprobado se pueda desarrollar- pero que ruede la pelota.
Las dilaciones están por fuera del fútbol mismo, el comportamiento del virus marca las tendencias, y en el poder de los alcaldes locales está la última palabra.
‘Antes del 19, o a más tardar el 19’ fue el mensaje reciente del presidente de Dimayor ante la impotencia de tomar una decisión indefectiblemente unida a los organismos de estado.
Tanto, que de correrse el día hasta podría modificarse lo convenido de continuar en la jornada nueve por cuadrangulares a un solo partido, o jugar zonales. Ojala que no.
Once Caldas mantiene su base, sin Kevin Londoño -de quien exceptuando al técnico nadie llora su partida- que lo obligaría seriamente a plantearse un objetivo de triunfo.
Pasar de las palabras a los hechos, del ‘estamos trabajando bien’ que siempre se escucha al vamos por el título, y del conformismo de cumplir siendo octavo a volverse protagonista.
La pregunta es si alcanza con lo que hay, y la respuesta no es clara. Plantel digno para el medio, no superior a los favoritos, siendo necesarios otros argumentos para sobresalir.
Eficacia en ataque, escogencia acertada de los titulares, mayor soltura del sistema en el mediocampo, y módulo y vocación más agresivos en el área rival.
Pero por encima, mentalidad ganadora y convencimiento de que se puede, aprovechando la contingencia, y la continuidad de una labor con más de 2 años de repeticiones.
Sin disculpas, exigiéndose al máximo, tratando de recuperar rápido el ritmo -no hay ventaja para nadie en ese sentido- en procura de altos réditos.
Es una temporada atípica, y campeón puede salir cualquiera, y este Once Caldas sometido a cierto letargo por la resignación en su manejo, debe trazarse la meta, porque entre otras pone en juego su mañana, y el de varios de sus integrantes.
Hasta la próxima...
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