Pienso que los problemas del mundo actual no solo obedecen a las malas decisiones y acciones de algunos; corrupción, violencia, discriminación, sino también y, en mayor medida, a la pasividad y el silencio de la mayoría que considera que los problemas de otros no son asunto suyo ¿Qué pasaría si cada persona que se considera ‘buena’ pensara que, en sus manos está hacer algo, para contribuir al bienestar de otro(s)? La frase de Martin Luther King ‘Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos’ sería totalmente aplicable a la realidad actual de familias y organizaciones y de la sociedad en general. Alguien podría argumentar que no es indiferencia sino desconocimiento y puede ser verdad, pero ¿cuántos de nosotros preferimos ponernos una venda para no ver el dolor y el sufrimiento a nuestro alrededor? Si me pongo la venda tal vez es porque tengo miedo de perder algo, siento que hay una amenaza que podría desestabilizar mi vida.
Tienen razón los que tienen miedo y no se trata de negarlo, sino de correr el riesgo, aun teniendo miedo. Podemos quedarnos quietos y en silencio o, como dice el médico español, Mario Alonso Puig, encontrar un lugar donde el único objetivo es ayudar al hermano que ha estado ausente ¿Qué pasaría si todos abriéramos nuestro nivel de conciencia y descubriéramos que, aunque cada uno es como una ola en el mar, con forma y tamaño diferente, al final todos somos agua de mar? Si bien, cada persona tiene su propia identidad, tenemos la misma esencia y compartimos la condición de humanidad. Rechazamos y nos alejamos de otros por considerarlos distintos, sin darnos cuenta de que, también tienen sueños, anhelos, dificultades y quieren ser felices; cuando reconocemos que se trata de un ser humano como nosotros, la frialdad y la indiferencia, se desvanecen.
Este tema debería tocar nuestra realidad personal, como comunidad y también como sociedad; no vamos al encuentro del otro para satisfacer una necesidad personal, se trata de abrirnos a la posibilidad de descubrir el impacto que tienen nuestras palabras y acciones, cuando nos permitimos acoger, estar plenamente presentes y comprender el sufrimiento del otro, para ayudarlo desde nuestras posibilidades. Estoy totalmente de acuerdo con Puig cuando dice que no debemos subestimar el poder de nuestras palabras y acciones, porque en los momentos más difíciles, ver a alguien que te da la mano, puede cambiarte la vida. Ser espectadores indiferentes es una decisión personal, que nos deshumaniza; sin embargo, podemos vencer el miedo y arriesgarnos a acoger al otro, escucharlo con un corazón abierto para conectarnos con sus dificultades y reconocer nuestra propia vulnerabilidad. Martha Nussbaum dice que, una sociedad que olvida acercarse al otro como a un alma, más que como un instrumento utilitario o un obstáculo para sus propios planes, no puede subsistir; la base de la democracia es el respeto y el interés por el otro, que a su vez se funda en la capacidad de ver a los demás como seres humanos, no como simples objetos.
Transformar la sociedad, generar una convivencia pacífica, enfrentar los desafíos de un desarrollo integral, pasa por generar espacios de encuentro que nos permitan reconocernos, reconocer y valorar al otro desde su humanidad, estar dispuestos a salir de nuestra comodidad para dejarnos interrogar por la realidad y el sufrimiento de quien está a punto de ‘desfallecer’. Puede ser que no tengamos los medios para entregar todas las soluciones, pero sí la posibilidad de hacer que alguien se sienta acogido, valorado y amado. Muchas veces pensamos que el amor es el ‘eros’ de pareja o el ‘philia’ de amigos y familia, pero el amor también es ‘ágape’, desinteresado y universal; una elección de vida que nos conecta con el otro desde su dignidad. Me gustaría invitarlo a buscar ‘ese lugar donde el único objetivo sea ayudar al que ha estado ausente’, que ha sido ignorado, que no ve posibilidades, que sufre y se siente solo; ya es hora de quitarnos la venda y arriesgarnos a construir un desarrollo que, empieza por estar plenamente presentes, para aportar a la construcción de una vida mejor para todos.
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