Sí señores, llegó el momento que una mayoría esperaba con ansia, curiosidad y un resto con incertidumbre y ligero temor. Se trata de las mujeres que están llegando al sector público, con ansias de poder y de cambio.
El hombre, como vocero popular y sobre todo en la jefatura del Estado, ha fracasado en Colombia. Por eso se ha producido un movimiento multinacional de las mujeres al frente de las grandes responsabilidades. En ésta nuestra patria se está despertando con fuerza este proceso femenino.
Hoy estas mujeres amenazan a reemplazar al hombre, conquistando el poder. Sí señores, con el correr de los días la mujer se ha esmerado en estudiar y de ascender hasta llegar a las posiciones más importantes de su país. Ya tienen un ejemplo a seguir como es el Gobierno de Alemania y del Reino Unido. No se puede dejar de lado a la señora Thatcher, la dama de hierro.
Esta vez en nuestro país ha aparecido un grupo de distinguidas damas de personalidad apabullante, predicando con fervor inteligentes programas de gobierno. Todas con la palabra cambio en sus discursos. El terreno no puede ser más abonado con una Colombia semidestrozada. Para ellas y para la mayoría de los colombianos, los gobiernos y los que puedan surgir manejados por los hombres, están llevando al país a una condición inviable.
Se tiene la suerte de que todas ellas son mujeres serias, estudiadas y con el alma limpia y transparente, dispuestas a barrer y limpiar el país, desde la Casa de Nariño hasta el último rincón de la geografía nacional.
Entre ellas, se destacan en el momento damas como Clara López heredera de la más rancia familia colombiana, estudiada en las mejores universidades de Norte América. Claudia López ha surgido al ambiente político con una fuerza excepcional. Tiene verbo beligerante que le permite imponer con fuerza sus convicciones. Al Centro Democrático también ha llegado la luz de dos damas. Ellas están sedientas de poder y en el momento actual andan en esa lucha, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia. Y qué decir de Martha Lucía Ramírez, la veterana joven. Que se ha paseado ya por ministerios y entidades importantes de gobierno y con la popularidad obtenida en campaña para presidente, con una votación de más de dos millones de votantes. Nuevamente quiere con fuerza llegar a la Presidencia de la república.
Nadie puede imaginarse que el país tenga que seguir soportando todo lo que hoy rechaza. Estas no son elucubraciones. Nadie quiere continuar con el país actual, cuya dirección económica está tan desprestigiada. Las mujeres al gobierno no son elucubraciones como se ha repetido aquí varias veces. Ellas están en condición de garantizar una dirección económica y además todos los aspectos de la administración pulcra. Somos conscientes de que existen colombianos, que si bien aceptan este progreso femenino, dudan que haya falta de experiencia.
Con ellas la pureza de gobernar está segura y eso tiene que impulsar sus votos, porque no se imagina uno, que se quiera seguir como vamos y rechazamos.
Estas elecciones que se aproximan, van a tener como postulantes este coro femenino, que se ha mencionado aquí en este artículo.
Los colombianos están indecisos de seguir apoyando las candidaturas comunes y corrientes que han llegado a la administración pública y que han sacudido al país. Con razón, porque quienes al llegar a posiciones de mando, han manchado con deshonestidad, robos y toda clase de calificativos vergonzosos.
Por eso las mujeres llevan consigo virtudes de honestidad, que garantizan sin excepción, que no volverán a presentarse robos vulgares del erario público.
Este columnista, al deliberar sobre este tema, entiende que este posible mando femenino, si bien no dudan de su honestidad y pulcritud, para ellos no tendrían la experiencia necesaria para manejar un país. Como Colombia con todos sus problemas y con la ambición de tener una patria tranquila, dinámica y honesta. Que se tranquilicen, porque las mujeres ya han adquirido una educación y sabiduría, como se puede ver en las universidades, cualquiera que ellas sean y allá encontrarán una mayoría femenina, con capacidad de reemplazar al hombre en posiciones que hasta ahora ellos han monopolizado.
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