Es imposible dimensionar con una regla la vida de las personas. Hacerlo, implica el desconocimiento absoluto del significado del ser humano y su trasegar por el planeta. Ni siquiera en el círculo pequeño como la familia es dado unificar a los integrantes dentro de una conducta igual.
A pesar de que los ancestros puedan haber tenido determinados comportamientos, ello no asegura que el niño o el adulto tengan iguales o parecidas maneras de estar en la vida. Ni frente a los suyos ni a los demás puede determinarse por anticipado una conducta, basada en la estirpe, salvo aquello que es natural y propio de los seres humanos como son las condiciones morfológicas y fisiológicas.
Un hígado es un hígado, el metabolismo es el metabolismo, el bombeo de la sangre es el bombeo de la sangre y la razón es la razón. En ello no hay equivocación. Siempre podrá decirse que el hígado, el intestino, la sangre, el corazón y el cerebro funcionaran de una predeterminada manera en los seres humanos. Las anormalidades no son el hallazgo común a ello se deberán atener quienes las sufren y quienes los rodean.
Nadie puede pretender que naturalmente, sin manipulación genética, un palo de mango produzca rosas. Lo mismo sucede con las personas, quienes no pueden comportarse de diferente manera si no han sido capacitadas o formadas o preparadas para una determinada actividad física o mental.
La vida cotidiana o la temporal especial no necesitan de personas sabias para ser eficaces en lo que se les encomienda bajo cualquiera de las múltiples modalidades. No es posible que 50 millones de habitantes sean sabios, en el sentido estricto del significado, para cumplir con sus tareas autoimpuestas o delegadas. Sin embargo, una persona del común es capaz de comportarse adecuadamente para convivir en la comunidad o dirigirla, atendiendo su grado de intereses, instrucción y formación.
El mango produce mangos y no otros frutos. Quedan asombrados los ciudadanos cuando los gobernantes, legisladores, jueces, directivos y periodistas incursionan en vericuetos que creen dominar y expresan ideas que no se compadecen con su posición y por lo tanto, con lo que se espera de ellos.
Un labrador bueno, identificado como una respetable persona ejerciendo una loable actividad, no podrá interpretar satisfactoriamente un inciso de una ley o un mandato legal con texto farragoso. No se le puede exigir nada diferente para lo que se ha preparado y tiene experiencia. Hacerlo implicaría al menos un abuso y un comportamiento inconsciente de quien lo pretenda.
Cuando una persona, por muy docta que sea, se expresa por cualquier medio con un lenguaje sencillo al alcance de todos, se convierte en un personaje que congrega a su alrededor y es más importante, si sus planteamientos implican lógica en el raciocinio. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con sus tesis, ello es normal. Ni unanimidad para aceptar ni para desaprobar. Cuando ocurre una de estas manifestaciones, debe sobrevenir una reflexión para entender el fenómeno.
Expresar ideas valorativas, comparativas, es propio de los seres humanos. No se necesita sapiencia. Simplemente se utilizan las funciones del cerebro inteligente, no sabios, para dar opiniones que ayuden a complementar una posición personal, gubernamental o institucional o social. Y, todos tienen derecho a valorar personas, ideas, expresiones y obras.
A lo que no hay derecho es a hacer equivalencias indebidas por quien tiene autoridad legal o moral o representación popular. Para no mencionar las explicaciones insulsas que brotan por doquier. Los mangos son los mangos y las rosas son las rosas. Algunos podrán confundir un mango con una rosa, allá ellos. Pero los demás separan muy bien ambos productos de la naturaleza. Comparar para igualar la maduración de un mango con la cronología de la vida humana o la florescencia de una rosa con la gestación humana, puede ser divertido pero quien lo hace demuestra ignorancia. Quizá la poesía o la ficción podrán venir en su ayuda.
Mientras tanto cada cosa en su lugar para evitar distorsiones que afectan la razón y los sentimientos.
Nota: Excelente el artículo de Pablo Jaramillo Villegas en LA PATRIA del domingo pasado. Contribuye a Manizales Ciudad Universitaria.
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