La imagen no podía ser más disímil, en el recuadro superior de la televisión se transmitía el cuidadosamente diseñado entierro del príncipe Felipe de Edimburgo, simultáneamente, en la parte inferior de la pantalla se podían observar una gran cantidad de retroexcavadoras, atareadas, abriendo y tapando millares de tumbas en los espacios libres de Manaos.
 El DANE que no es propiamente una empresa subversiva, ni susceptible de ser coaccionada recortándole la pauta publicitaria, en sus últimos reportes, ratifica lo que sabemos de tiempo atrás: un poco menos de la mitad de la población colombiana está en niveles asfixiantes de pobreza. El covid ha desnudado del todo esta realidad, pero no es el causante. Mantener a sangre y fuego, el rating de ser uno de los países más desiguales del mundo, es el detonante del descontento que por exceso se desbordó en la calle.
Las fuerzas del Estado en este largamente anunciado paro nacional siguen, a mi juicio, un guion diseñado de antemano para satisfacer la sed de amagos totalitarios, (fantasía recurrente del partido de gobierno), para exacerbar a la ciudadanía y hacerla salir a las calles esta vez sí, a protestar verracos y poder justificar lo que se nos viene encima. Nada ha sido al azar, todo responde, al menos así lo deducimos muchos, a un cuidadoso plan, porque lo que no nos cabe en la cabeza es que la feligresía estudiada del Centro Democrático, el expresidente Uribe y su alfil en el solio de Bolívar, estén cometiendo tantos despropósitos, tantos errores, sin calcular el resultado.
Un niño de 17 años le da una patada a un policía y este en “legítima defensa” lo mata de un tiro en la cabeza,” ¡!Una mujer le va a ganar a cuatro varones!! ¡La chimba hijueputa! Retados los “varones” la cogieron entre cuatro”, al otro día se suicidó impotente, estos son algunos apartes de la columna de Cecilia Orozco en El Espectador, donde consigna el drama de una niña de 17 años que fue manoseada en el alma. El jefe del partido conservador, refiriéndose a la minga indígena, se pregunta desconcertado, por qué están por fuera de su hábitat natural, como si se tratara de orangutanes que se escabulleron de la jungla. Un grupo de “gente bien” les da bala escudados en el mismo motivo.
Estamos ante un conflicto que vine desde la conquista, postergar por siglos el racismo como el Sísifo de la mitología que arrastra su enorme carga desde entonces, hace que reaparezca cada vez y con más fuerza.
Ante esta realidad, un grupo de selectos congresistas decidió sesionar desde Miami. Por si fuera poco, están pensando hacer un cambio de treinta mil millones de pesos en su sede neoclásica de la plaza de Bolívar, para según ellos, refinar la liturgia que demanda la actividad legisladora.
El defensor del pueblo en uno de los días más apremiantes de la protesta nacional, decidió como el avestruz, refugiarse en tierra caliente. El presidente está empeñado en comprar 24 aviones de caza dizque para disuadir a Maduro, se traviste de policía o de miembro de la fuerza aérea y la corrupción rondando los 50 billones de pesos anualmente, para fidelizar a los dirigentes y funcionarios del estado.
El finado príncipe, al menos eso es lo que se observa en The Crown, la serie de Netflix sobre la monarquía británica, propone, para el aumento de su “insuficiente” mesada, mostrar a sus súbditos y al mundo las incomodidades que tiene que sufrir la realeza en el esplendor de sus palacios. La reina le paró el macho.
En cambio aquí, en cada reforma tributaria, se le aumenta la mesada a las grandes empresas, a los más ricos, liberándolos de impuestos, con la alucinante idea de que así comerán mejor los estratos más pobres de la sociedad.