Es capricho de un puñado de mujeres desadaptadas. No lo es. Por el contrario, da cuenta de un proceso histórico y colectivo donde millones de mujeres y cientos de organizaciones del todo el mundo han identificado, analizado y denunciado de los efectos nefastos de la feminización de la pobreza producidos por el modelo socioeconómico neoliberal, y por la apropiación y explotación de la vida y cuerpos de las mujeres que genera el régimen patriarcal machista operante en una amplia parte de la población mundial. Y cuyos efectos son más pronunciados en las mujeres racializadas, empobrecidas y marginadas. El 28 de septiembre se conmemoró el Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro, conocido también como el Día por la Despenalización y Legalización del Aborto. La OMS, la Organización Panamericana de la Salud, la CEPAL, ONU Mujeres, y diferentes estudios han reiterado que cada año ocurren cientos de miles de muertes de mujeres que pueden ser evitadas si se contará con leyes que despenalicen el aborto, y que promuevan y garanticen acceso a la educación sexual y reproductiva de hombres y mujeres desde la primera infancia, y asistencia sanitaria digna y oportuna para las mujeres.
Quieren destruir la maternidad y la familia imponiendo el aborto como método anticonceptivo. Falso, la lucha feminista por el aborto busca el reconocimiento del derecho de las mujeres a decidir autónomamente sobre su cuerpo y su proyecto de vida para que ni la iglesia, el Estado, el mercado y tampoco el patriarcado decidan por ellas; trata de reducir los abortos clandestinos para que se eviten cientos de miles de muertes; busca que las personas, especialmente, las mujeres de todas las condiciones socioeconómicas, étnicas y religiosas puedan acceder oportunamente a educación sexual y reproductiva desde edades para que aprendan y comprendan que la maternidad no es su único destino posible, sino una opción que pueden elegir o no.
Es un pecado que atenta contra la vida. No, más bien es el derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo. Científicamente hay consenso de que un cigoto no es una persona, en cambio una mujer sí es una persona, pero, en una sociedad patriarcal se valora más al cigoto que la vida, libertad, autonomía y dignidad de la mujer. Y debido a la existencia e imposición de ideologías religiosas que desestiman la condición de las mujeres como sujetos con derechos y capaces de decidir por sí mismas, se crean una serie de estigmas de tipo social y moral para castigar a las mujeres que ejercen este derecho, haciéndolas sentir culpa, vergüenza y miedo.
Son libertinas y no planifican. Este mito supone que la planificación es una responsabilidad exclusiva de la mujer y esto no es cierto. Existen métodos para que el hombre planifique seguramente. Por otra parte, los métodos anticonceptivos también fallan y las mujeres quedan embarazadas sin desearlo. En un país como Colombia las cifras de violaciones son aterradoras, al menos una cada hora, pero lo más preocupante es el miedo de las mujeres a denunciarlas y que posiblemente terminan abortando clandestinamente.
Es una práctica de mujeres pobres y sin moral. Falso, este mito también busca desalentar a las mujeres que quieren abortar. El aborto ha existido desde antaño. En diferentes sociedades y épocas ha sido usado de manera legítima, es decir, ha sido aceptado, e incluso usado por Estados e iglesias para control poblacional. Esto significa que el aborto no es algo nuevo, y está presente en todas las clases socioeconómicas. Lo que ocurre es que cuando no está dominado por el Estado o las iglesias para sus intereses, pasa a ser un derecho mal visto. También sucede que las mujeres de clases con mayor poder económico y educativo, pueden acceder a este derecho en clínicas privadas con todas las comodidades y cuidados, además de eso, no tienen que exponerse al escarnio y estigmatización social.
Es una práctica peligrosa para la salud y equilibrio mental de las mujeres. No lo es, instituciones como Profamilia han concluido que con total acceso a servicios de salud y de acompañamiento psicosocial, el aborto es seguro y no tiene consecuencias sobre quien lo practica.
¡Mujer!, si necesitas información y asesoría, acude a Profamilia al 8810900, o llama a la Defensoría del Pueblo a las líneas 3134271528 o al 3014051835
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