De acuerdo con los postulados o principios que permiten su aplicación esta excepcional forma de administrar justicia “…se refiere a aquellos procesos de transición de una dictadura a una democracia o de un conflicto armado a la paz, en los que es necesario equilibrar los derechos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación y garantía de no repetición”. Aun cuando en el reciente caso colombiano sea difícil sostener que el cese del conflicto con las Farc trae la paz, así se aceptó por los negociadores y, la intensa publicidad por parte del gobierno así se la vendió al pueblo, bueno al menos lo intentó, porque la realidad del posconflicto demuestra lo contrario, pues se mantiene con distintos grupos incluidos los de las Farc que no se desmovilizaron.
En la Justicia transicional, los victimarios, porque así se llaman los responsables, deben cumplir tres esenciales cláusulas: Verdad, justicia y reparación. Así aparentemente se pactó en el llamado acuerdo de La Habana o en el del Teatro Colón que se firmó para enmascarar el “conejo” a la voluntad del pueblo expresada con el No en el plebiscito.
Pues bien, de aquellas premisas, nada. Uno pensaría que todo debe empezar por conocer la verdad, luego la reparación a las víctimas y allí sí, la justicia, pues se trata de dar a cada uno lo que corresponda. En los acuerdos, este asunto aparece trocado o trucado, porque primero está la Justicia Especial para la Paz, aquella parte de los acuerdos, ahora a punto de ser norma mediante el fast track, que permite la salida de la cárcel a los guerrilleros que se sometan a esa jurisdicción especial creada con ella, asunto que ya se cumplió (sin que aún exista la jurisdicción), la impunidad completa para los guerrilleros que no cometieron delitos de lesa humanidad y la disfrazada para los que si los cometieron con la figura llamada restricción de la libertad (¿). Con fundamento en una mal aplicada Justicia Transicional, se está dando el caso de guerrilleros en actividades políticas, sin declaración de la verdad y mucho menos resarcimiento a las víctimas.
La Justicia Transicional desde luego existe, pero la pactada entre el gobierno de Santos y las Farc difícilmente se ajusta a las reglas del Derecho Internacional Humanitario que exige pena de reclusión para los delitos de lesa humanidad y lo pactado es un remedo llamado restricción de la libertad; la verdad de las Farc difícilmente corresponda con los hechos cuando, por ejemplo, el jefe guerrillero Álape abierta y descaradamente declara que ellos no son victimarios que el Estado les obligó a tomar las armas y, en cuanto a la reparación a las víctimas, por fuera de lo dicho por el jefe de las Farc, la lista presentada es inadmisible y, lo es más su advertencia de que agregan o reconocen los bienes que señale la Fiscalía, patraña con la que quieren salvar lo dispuesto en el acuerdo, según lo cual, si se les descubren bienes no declarados deja a los autores por fuera del proceso. Estamos frente al mayor fraude o argucia, ni verdad, ni justicia, ni reparación, con seguridad les quedaremos a deber pues muchos se presentarán como víctimas.
La restricción a la libertad será una libertad en una amplia zona, no una libertad absoluta mientras hacen campaña, y luego los veremos pagando la pena en el Capitolio, una real y manifiesta impunidad, sin hablar de las ventajas que se les dan para la campaña y en la elección misma con curules gratis, desde mi perspectiva un premio por los delitos, ellos seguramente sostendrán que es un reconocimiento que les hace el Estado.
Es el resultado de haberles dado la condición de pares, de haber admitido, cuando se dispuso oír a las víctimas, llevaran sus propias víctimas, las de los paras, las del Estado, las del Ejército y unas pocas de las Farc, mientras un número grande que sufrieron el agravio directamente van de lado a lado pidiendo el reconocimiento, solicitando ser oídas sin que se les escuche y atienda, ya se verá que a ellas no llegará la reparación, cuando siempre se les mostró como los primeros actores de esta mal llamada paz.
Coletilla. Ahora se siguen los homenajes a los héroes caídos y la presencia de los sobrevivientes en las Universidades. ¿Es acaso esa la llamada restricción de la libertad?
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