Cada 4 de octubre se recuerda en la fe a Francisco de Asís, uno de los seres más extraordinarios y buenos que han pasado por este plano.
Se fue al cielo o La Luz a los 44 años, en 1226, después de enseñar con su vida emblemática a amar a Dios y a todas las criaturas.
No estaríamos acabando con la naturaleza si como él tratáramos al agua, el verde y los animales como hermanos: Hermana agua, hermano lobo.
Su desapego fue proverbial y por eso dijo: Cada vez deseo más poco, y lo poco que deseo lo deseo poco.
Su preciosa plegaria de la paz hecha vida nos tendría como felices en la fraternidad y no asediados por la violencia.
¡Ah, qué bendición dedicarnos a ser instrumentos de paz y sembrar amor donde hay odio, perdón donde hay ofensa, y fe donde hay duda!
Todo en la vida florece y se ilumina si nos preocupamos más por amar y comprender que por ser amados y comprendidos.
Ojalá hoy leas algo de él y sobre él. Pocas personas han vivido de mejor modo el ideal evangélico que trazó Jesús como lo hizo el Hermano Universal.
Dijo: "La verdadera enseñanza que transmites es lo que vives; y solo eres buen predicador si practicas lo que dices".
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