Hace siglos un amigo le dijo a otro en China: El emperador me nombró Mandarín y debo atender gente. ¿Qué me aconsejas?
¡Oh, si es así vas a necesitar paciencia! Mi consejo es que cultives la calma. Sé paciente, muy paciente.
Siguieron hablando sobre sus funciones y, al rato, el amigo le dijo de nuevo: Sé paciente, y te irá bien. Sé muy paciente.
Tomaron un delicioso té, charlaron más y, antes de la despedida, el amigo le dijo de nuevo: Sé paciente, muy paciente.
Entonces el otro se salió de sus cabales y le dijo bastante enojado: Ya, basta, me has repetido tres veces lo mismo. No más.
El amigo no se enganchó sonrió y le dijo: Ya ves que no es fácil ser paciente, te has alterado mucho y solo te lo he dicho tres veces.
Por tu bien saca espacios para relajarte, meditar y ganar serenidad. No sé si crees en Dios pero a mí me ayuda cantidades.
Nota: No te voy a decir 10 veces que seas paciente. Solo reflexiona y mira qué vas a practicar para lograrlo en tus relaciones.
@gonzalogallog
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