El pasado 11 de diciembre, el gobernador de Caldas Luis Carlos Velásquez publicó un artículo en LP al cual denominó “Antioquia y Caldas, una misma historia”. Como lo indica el gobernador, la calidez, la amabilidad y el empuje, son “cualidades”, pero no factores que denoten identidad territorial, pues gente querida y emprendedora hay en todas partes del mundo. De otra parte, no es cierto que Antioquia y Caldas compartan la misma historia y, finalmente, respecto de los “pueblos paisas” se trata de un concepto etéreo referido básicamente a algunas personas en particular.
Para una mejor comprensión de tan espinosos temas, puede verse el extraordinario panel que sobre “La Caldensidad” moderó el pasado 30 de noviembre y en el marco de la “6ª Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas”, el profesor e historiador de la Universidad de Caldas Luis Fernando Sánchez Jaramillo, y en el cual estuvieron como invitados los historiadores Albeiro Valencia Llano y Álvaro Gärtner Posada, junto al escritor Adalberto Agudelo Duque. El panel puede ser visto en la página www.piedramani.com.
Al surgir Caldas como un nuevo departamento en 1905, no significaba que no existiera territorio y que en el mismo no viviera nadie. Muchos de los nombres de los pueblos de Caldas dan cuenta precisamente de la existencia de unas dinámicas de ocupación ancestral de los territorios, como sucedió con los casos de Marquetalia, Chinchiná, Arma, Supía, Anserma y Pácora. A lo anterior debe sumarse el aporte africano dado por los esclavos mineros del occidente, como en Marmato, Supía y “Guamal”. Caldas, fue el resultado de la sumatoria de la Provincia del Sur del Estado de Antioquia, donde se encontraba Manizales y de dos provincias del Estado del Cauca, como eran las de Marmato, con capital en Riosucio, y la de Robledo con capital en Pereira. Posteriormente llegarían el Quindío, las tierras chocoanas de Pueblo Rico y las del oriente de Caldas, con profundas influencias tolimenses.
Es necesario descentralizar la interpretación histórica de nuestro departamento y no caer nuevamente en el error de pensar que Caldas es el resultado de lo que se piense en Manizales, asunto que llevó a que Risaralda y Quindío armaran toldo aparte. La “colonización antioqueña” debe ser reconocida como un proceso social del incesante deseo del ser humano de poder acceder a la tierra. Pero esa “antioqueñización” como la llama Adalberto Agudelo, culminó con los incendios de Manizales, que dieron origen a la construcción y resurgimiento de un nuevo territorio libre y autónomo.
Respecto de “lo paisa” como lo señala Albeiro Valencia, dicha denominación caracterizaba al antioqueño por fuera de su territorio. Concepto que también se usa para referirse a aquellas personas de un mismo pueblo que se encuentran fortuitamente por fuera de el “¡hola paisano!” Claro que aun hay paisas, pero no “lo paisa” y al contrario de lo dicho por el Gobernador de Caldas, no existen pueblos paisas. Tal enunciado es personal y circunstancial como lo señala Álvaro Gärtner y no se encuentra atado a un factor territorial ni menos al hecho de compartir algunas expresiones fonéticas como ¡eh avemaría pues! Como lo planteara Adalberto Agudelo, es responsabilidad de la historia “desenmascarar los falsos estereotipos” y apostarles a verdaderos procesos identitarios.
La contracultura de “lo paisa” como lo señala Gärtner, ha comprometido a los mismos antioqueños, al mostrar una imagen atada al narcotráfico y la mafia según se evidencia en exitosas series de Netflix. Señor gobernador, noble tarea la que tenemos de fomentar el reconocimiento por la identidad territorial local y regional de Caldas a través de la historia ¿le jalamos?
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