Este mundo es juego de bazas,
que solo el que roba triunfa y manda.
Toda esta vida es hurtar,
no es el ser ladrón afrenta,
que como este mundo es venta,
en él es propio el robar.
Nadie verás castigar
porque hurta plata o cobre:
que al que azotan es por pobre
de suerte, favor y trazas.
(El mundo al revés. Quevedo)
Instituto Cervantes.
Con el perdón que merecemos, de parte de los que administrando justicia, son honestos y probos. En el tablero donde se juega el ajedrez de nuestro país, se produce un jaque mate. No ha sido un jaque pastor, ha sido un jaque trabajado con rigurosa paciencia, destrozando el andamiaje jurídico y sus bases elementales para que el fiel de la balanza no se tuerza, que torcido el mismo, es de lo peor que le puede pasar a una sociedad: la corrupción de la Justicia.
Todos los días vemos jugadas que parecían extrañas, pero que van saliendo a flote, para mostrarnos la caída insensata de un poder, el judicial, que ha sido mancillado por manos de hombres sin honor, llenos de intereses personales, con un gusto insaciable por el poder del dinero, del cual son esclavos, persiguiéndolo sin recato en sobornos, dadivas y regalos, que reciben de aquellos a quienes juzgan, para que sus delitos sean desvirtuados, sus procesos archivados y sus faltas sean borradas, pasando al túnel del olvido, en el que dormirán eternamente, deshonrando el camino honesto de la parábola judicial.
Es de advertir que hay jueces dignos y honestos, funcionarios de la Rama que son intachables y acrisolados. Pero para su infortunio, las acciones de los inescrupulosos de distintos niveles, desde Magistrados de las más altas Cortes, hasta jueces de los más pequeños juzgados, pasando por todas las ramas del poder Judicial, hacen que en Colombia la administración de justicia y muchos de sus actores, sean tenidos como parte de lo más grotesco y corrupto que tenemos en nuestra sociedad.
Los que salen de esa colada de malabaristas de la Ley, porque tienen honor y respetan la justicia; los que no tienen precio y son insobornables, lo saben bien y conocen a los que les causan una deshonra que ellos no merecen.
¿Cómo poder creer en una justicia que ha llegado a los extramuros de la delincuencia? ¿Cómo poder confiar en nuestros Magistrados, si dilatan procesos, venden sentencias o archivan diligencias, que pasan al rincón del olvido? ¿Cómo poder someterse sin miedo o sin dudas, a la decisión de Togados y Abogados, que en distintas posiciones del Poder Judicial, han vuelto trizas el andamiaje de una rama, estructurada exactamente para hacer justicia y no venderse por precio alguno?
¿Cómo poder creer en los que administran justicia, desde distintos entes, con todas las vergonzosas y deshonestas prácticas que han sido puestas al descubierto en los últimos días? ¿Cómo creer en una justicia desacreditada por los deshonestos, indecentes, indignos, cínicos, picaros y trúhanes, que la ejercen, como defraudadores de la fe pública? ¿Cómo poder creer en una justicia que debiendo tener los ojos vendados y soportar el fiel de la balanza, ha demostrado que se los destapó, es selectiva, no es justa y maneja a su antojo las pesas para inclinarlas a favor de quien bien pague? En fin, cómo creer en una Justicia blanda con los poderosos y dura con los pobres, a quienes sin remordimiento alguno les carga todo el peso de lo que ellos llaman ley?
En una nación golpeada por todos los males, vuelta trizas por los corruptos y defraudadores, por los hampones del bajo y alto mundo, por los “caballeros de industria”, que la desangran a diario desde sus poltronas en el Parlamento, por los insensatos que la gobiernan para su propio lucro, robándose el presupuesto por supuesto y, haciéndose ricos, que es lo que mueve en vocación, a la mayoría de los que se lanzan a cargos de elección popular; en una nacion así, en una patria mal querida y mal tratada, la única esperanza que nos quedaba era la de una justicia que no se torciera a conveniencia, ni se dejara seducir por los corruptos, hasta hacerse tan corruptos como los que les enseñaron el oficio de bandidos de toga y birrete.
Sentimos vergüenza y nos duele el alma cuando salen a la luz pública, las maniobras indecentes, delictivas y deshonrosas de los que careciendo de principios y pudor, enajenados por hacer dinero con sus fallos, las fallas de sus fallos o la ausencia de los mismos, engavetados para salvar a los cuatreros que les pagan coimas.
Colombia querida, como te maltratan los que debían ser ejemplo para todos tus hijos. Qué poco les duele a los sinvergüenzas que convirtieron la justicia en un lucrativo juego de indecencias, solo porque esos que así actúan, tienen precio y son comprables.
“Denuncio ante la conciencia de la gente decente, esta presión que los poderes públicos ejercen sobre la justicia del país. Son abominables políticas que deshonran a una nación libre”. Émile Zola.
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