Más que un pensador, que lo es, Byung-Chul Han se está convirtiendo en un provocador. Este pensador coreano-alemán trae en su más reciente obra una reflexión sobre en qué se está convirtiendo la democracia. Lo resume en un título de una sola palabra, Infocracia, pero que se apoya en esto: La digitalización y la crisis de la democracia.

Este filósofo contemporáneo se ha dedicado a escribir para las masas en una forma en la que interpela a la sociedad actual, al referirse a los fenómenos que nos agobian como la transparencia de todo, la importancia que se da a la virtualidad sobre la realidad, a la pérdida del eros, a la desvalorización de la verdad, entre varios otros asuntos que son motivo de reflexión en estas épocas de cambio.

Infocracia trae un poco más de lo mismo, pero con un objeto de estudio claro. No se trata de la democracia de la información, tampoco del viejo estribillo de que quien tiene la información tiene el poder. O sí, pero en este caso no es la información como bien que refleja la verdad, sino que puede ser la información falsa.

Según el filósofo y lo que estamos viendo en tantas elecciones en el mundo, como la que tendremos mañana en Colombia, no importa si se dice la verdad o no, sino que se elige a quien mejor imponga su discurso a través de las redes sociales, los nuevos mentideros políticos, dirían en La Cigarra de Manizales.

La traducción de la obra de este filósofo tiene un estilo que puede entenderse como lo que Álex Grijelmo denomina la frase aparte. Esto es aquella oración que parece desprenderse de la anterior, pero por tener vida propia, al ir entre dos puntos termina siendo opinión monda y lironda. Y esa contundencia, esa rotundidad del filósofo es una provocación.

Cuestiona que estamos en una sociedad en la que todo está vigilado, nos vigilan los bots, los algoritmos, las grandes corporaciones, los mercantilistas digitales, los políticos y los estados.

Lo que plantea Han es que en la prisión digital no hay resistencia alguna al régimen imperante, estamos cómodos con lo que hay y no hay manera de salir de la zona de confort. Entonces, los regímenes no nos quieren con circo como antes, nos quieren cómodos para que nada nos incomode. En la que los totalitaristas -apoyados en su discurso populista- forma una masa nada crítica, obediente que sigue firmemente a un líder. "La ideología anima a las masas. Les insufla un alma". Si la gente está idiotizada, pegada de la pantalla de los videos de gatitos, de las fotos de modelos y jugando no habrá quién cuestione el poder. El discurso ha sido sustituido por la creencia y la adhesión.

Todo esto para decirnos que la democracia con todo lo que está pasando en la tecnología, la conectividad, las redes, está degenerando en infocracia. La autoobservación de la sociedad se pierde, por buena parte de la información falsa o de los avisos manipulados que nos llegan a nuestras pantallas sin que seamos conscientes qué tienen detrás. El proceso es invisible.

La crítica alcanza a la propia filosofía, de la que dice está sin futuro, porque si esta se parecía al periodismo en que se asía a la verdad, tal como lo planteaban Foucautl y Hegel, que se veían a sí mismos como periodistas, cuando no hay referencias a la verdad, pues poco servirá la filosofía. "La época de la verdad ha terminado", precisa contundente, en frase aparte.

Subrayados

* El teléfono móvil como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación.

* Los medios de comunicación social son como una Iglesia: el like es el amén.

* No es la propaganda de los medios de masas, sino la información, la que asegura el dominio.

* El cortoplacismo general de la sociedad de la información no favorece la democracia.

* Las campañas electorales degeneran en una guerra de información.

* La democracia se hunde en una jungla impenetrable de información.

* El intento de combatir la infodemia con la verdad está pues, condenado al fracaso. Es resistente a la verdad.

* La comunicación en las redes sociales basada en algoritmos no es libre ni democrática.