Dicen los que saben que el periodismo es el privilegio de contar la historia en el momento mismo en el que las cosas suceden. Y entiendo la responsabilidad de ejercer este oficio como una posibilidad para intentar entender el mundo cuando aún no termina de configurarse.

Al repasar el archivo de LA PATRIA, nos podemos encontrar con el libro gordo de 100 años como una forma de ver lo que ha sucedido en este tiempo en Manizales, en Caldas, en Colombia y en el mundo. El periódico de casa surgió en una época en la que era fácil enterarse de lo que pasaba en la comarca, pero más complicado entender lo que sucedía en el mundo. De ahí que se entienda el despliegue que un periódico local, con aspiraciones de abarcar más, le daba a hechos internacionales o incluso nacionales de otras ciudades y regiones. Esto porque no había otra manera de enterarse de las noticias en otras latitudes.

Ahora la cosa es un poco distinta, hay mucha información de afuera, pero no nos enteramos de lo que sucede en nuestro barrio. Y ese vacío lo cumple el medio local o regional, si hace un buen trabajo, por supuesto. A nosotros nos gusta creer que eso hacemos, que en el periódico cumplimos la obligación de ser el vocero de nuestra comunidad y le contamos al mundo lo que sucede en nuestra comarca.

La historia de Manizales está contada en cientos de volúmenes que finamente empastados se encuentran en los archivos de la sede del periódico, en el barrio Sáenz de Manizales; otra buena cantidad de compilaciones también la hay en el Banco de la República y otra más en la biblioteca de la Universidad de Caldas.

Con base en estos textos, decenas de investigadores se la pasan bebiendo de esas páginas para tratar de reconstruir la memoria de esta región, aún joven. LA PATRIA se escribe hoy cada día, en promedio, con unas 17 mil palabras. Para que se hagan una idea, esta columna al final midió 723 palabras. Es decir que pueden ser unos 23 artículos de este mismo tamaño.

Con el tiempo el periódico se ha angostado en su formato impreso y se ha ampliado en el digital. Por ejemplo, un artículo de 1941 de Tomás Calderón, que firmó durante casi 30 años en el periódico como Mauricio, se publicó en una página de su sección Del Minuto. Mañana, en la edición centenaria, lo reproduciremos y terminó por abarcar unas cincos páginas, pues fue de 4.800 palabras en total. Esos periódicos eran insaciables, decimos hoy en día.

El libro gordo de LA PATRIA se construye cada día, es así como en nuestro archivo reposan los libros -¿capítulos?- que forman el libro gordo que se sigue escribiendo. Me recuerda el robot que vi en el Museo Judío de Berlín que se dedicaba a escribir de manera permanente y sin descanso la Torá, para rendir memoria a los viejos escribanos del libro sagrado.

Ese es el oficio del periodista de un periódico seguir escribiendo. No quedarse en el error que cometí hoy, porque mañana debe salir un nuevo periódico, debo aprender de él para intentar no volverlo a cometer, pero es necesario avanzar. Varios escritores que también han pasado por estas páginas han consultado el archivo para escenificar algo del pasado y hacerlo verosímil. Ver qué sucedía en la ciudad por esos días.

También a historiadores que tratan de reconstruir los hechos del pasado con la mayor fidelidad posible y no pueden dejar de consultar el periódico, así también beban de otras fuentes. El periodismo es más importante en la medida en que se hace menos perecedero. Ser consciente de ello es un doble reto, porque es entender que quienes escribimos la historia de hoy, vamos a ser consultados mañana, pero más serio saber que poco más de un cuarto de siglo ha sido escrito por varios de los que permanecemos en esta redacción que hace 100 años fue un periódico y hoy es un medio de comunicación que informa por varias plataformas. Sin embargo, el papel que para tantos suena efímero, sigue siendo el soporte más confiable para consultarlo después. Perdón por los gazapos cometidos en estos años, pero hay que recordar que esos también son parte de la historia.