"Como un ladrón
te acechan detrás
de la puerta
te tienen tan
a su merced
como hojas muertas..."
Y sigue Joan Manuel Serrat: Son aquellas pequeñas cosas... Recordé mucho este estribillo de mi cantautor favorito mientras leía No-cosas, el más reciente libro del pensador coreano-alemán Byung-Chul Han, en el que reflexiona sobre este mundo en el que las cosas dejan de ser, para convertirse en lo que parecen ser. Porque si Han conociera la entrañable canción del catalán, seguramente habría aprovechado todo lo que esta tiene para demostrar que estamos en el tiempo en el que poco importan las cosas por las cosas, y pasan a valorarse por lo que significan, así no haya corporeidad de por medio.
Porque si algo tiene este pensador es que no se enreda en explicar las cosas. Usa el punto seguido para contar con un estilo contundente y a veces rotundo, pero como buen filósofo no impone, sino que va a abriendo ideas y dejando puntos de vista con los que se puede estar de acuerdo o no, pero que en todo caso te ponen a pensar sobre ese tema.
He sido un entusiasta seguidor de los trabajos del filósofo coreano, pero este libro me estremeció particularmente porque se mete además de lleno con -contra- la información, el campo en el que me muevo, para decir que es en buena parte culpable de que desaparezca las cosas como las hemos conocido. Porque ahora cuenta el corto plazo y la eficacia del mensaje sustituye a la verdad, dice. Es un tema preocupante, como es asunto de debate que se aproxima el humano manualmente inactivo del futuro, al que denomina Phono sapiens, porque son sus dedos lo que le dan lo que cree una certeza, deslizarlos por una pantalla, pero sigue faltando la posibilidad de la cosa. Plantea a este ser como alguien que solo está por experimentar, disfrutar y por jugar, con un agravante, se cree libre por tener "el mundo en su pantalla", pero todo es ilusión, la libertad que tiene es la del consumo, tanto que hasta los amigos que se mueven en sus redes, alimentan a una empresa que aprovecha nuestro interés en las amistades para enriquecerse. Al final nos queda el vacío.
Por eso recuerda a Walter Benjamin, cuando este destacaba al coleccionista como el verdadero ser capaz de apreciar la capacidad de la cosa, pero esa idea de Benjamin se extingue en un mundo en el que los datos -la data- remplazan las cosas. No es lo mismo el libro objeto, que el digital.
Es contundente en señalar que el silencio también se pierde en este mundo de no-cosas, la posibilidad de la contemplación deja de ser lo que era y como esto otras reflexiones que bien vale tener en cuenta sobre los tiempos que corren. Ahora bien, bueno es decir que al final hay un hermoso artículo, una digresión la llama, sobre las gramolas, otra oportunidad para hablar del silencio y de aquellas pequeñas cosas que nos hacen llorar cuando nadie nos ve.
Nota. No olviden pasarse este fin de semana por la Feria del Libro de Pereira, que es presencial. Me cuentan como les va para que #HablemosDeLibros.
Subrayados
* El smartphone, no solo es un infómata, sino un informante muy eficiente que vigila permanentemente a su usuario.
* La basura de la información y la comunicación destruye el paisaje silencioso.
D E S T A C A D O
He sido un entusiasta seguidor de los trabajos del filósofo coreano, pero este libro me estremeció particularmente porque se mete además de lleno con -contra- la información.
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