Esteban Jaramillo

@estejaramillo

Es claro que el fútbol produce emociones ilimitadas y desalientos, victorias con jolgorio y derrotas con llanto, alegrías y tristezas con desazón profunda; amores intensos, traiciones y reconciliaciones.

Siempre hay heridas abiertas, que se cierran con "el indulto" de los aficionados.

El perdón llega con la pasión irreductible que emana la tribuna. Pero no es gratuito. Se crea la confianza y se anuncia un proyecto que borre el escepticismo.

No hay en el Once Caldas, hasta ahora, un bombazo en el mercado o futbolistas de portada, que animen el entusiasmo de los hinchas, después del largo apagón en el rendimiento y el disgusto mayúsculo de los resultados. El hincha pregunta y, ante el silencio, sufre.

Es difícil salir de la situación adversa porque el proyecto deportivo no tiene soporte financiero.

Son varios los futbolistas que ha acercado el técnico, con negativa de los directivos por los costos, algo obvio por la crisis de pandemia, lo que demuestra inadaptabilidad del entrenador con inconsciencia, frente a la época que se vive. Pocas son las transferencias que se avecinan.

Por añadidura, los últimos recomendados, Riascos y Palacios, uno lesionado y el otro indisciplinado, llegaron sin garantías. El primero se marchó, porque reprobó los chequeos médicos.

Es costumbre en el Once contratar jugadores sin condiciones físicas o técnicas.

Le está fallando la perspectiva a Lara, no encuentra soluciones adecuadas para subsanar la crisis. De paso, le da la espalda a los talentos locales, incluidos jugadores, entrenadores asistentes, preparadores físicos calificados, el médico y el entrenador de porteros, porque afanosamente les busca reemplazo. Todos del Valle. Ya lo han denunciado con seriedad de análisis algunas periodistas locales.

Bueno es saber por qué Dorti es gerente deportivo. Cuáles son sus planes y cómo los argumenta desde la experiencia y el conocimiento del medio, si es que los tiene. O es un paso premeditado para ser el técnico.