Las calles se han convertido en pasarela general: por ellas desfilan a diario personas que visten sus galas a su estilo; las vitrinas surten variedad inmensa de modas; la informal, la callejera, la deportiva, la de colegio, la del diario vivir, la de casa, la lencería, los zapatos, los sombreros y muchas ofertas más.
Ropa para la ciudad y ropa para el campo, para el día frío o el día caliente, para la costa o la montaña, para el día y para la noche, para la huerta y para la cena; vale recordar que en el centro de toda esta pasarela está la figura del modisto y el sastre, él o ella que con tela, aguja, dedal, hilo y buen gusto y casi siempre con buen genio y amabilidad elabora todo lo antes citado llegando hasta el punto de entregar variedad de tapabocas para dar policromía a los gestos de miedo y preocupación que nos circundan en esta temporada de pandemia.
Hoy es día para recordar y agradecer a quienes permiten dar variedad y hermosura a la inmensa pasarela de nuestras calles, viviendas, oficinas, fábricas y sitios de convivencia; gracias a quienes ejercen la modistería y la sastrería: su arte y labor hacen posible estar en un jardín de colores y formas que hacen de la raza humana un lucimiento de belleza y armonía.
Siempre los humanos nos hemos preocupado por estar dignamente presentados ante los demás y hasta hay momentos con derroche y lujo como en ceremonias especiales, reinados, palacios y mansiones.
Seguramente pensando en ello Jesús de Nazaret llegó a exclamar: “Miren las flores y lirios del campo, ni Salomón en todo su esplendor logró vestirse con tanta magnificencia y esplendor”. El Creador desde que en la narración bíblica regaló en el horizonte de paz el arcoíris hizo de este mundo una gigante pasarela que desde los seres más mínimos hasta los más gigantes planetas nos arrancan himnos de maravilla y alabanza como los salmos o el canto de las criaturas de Francisco de Asís.
Desde el bebé hasta el más encorvado anciano lucen su atuendo, su forma de presentarse que les hacen simpáticos, agradables, admirables; nos falta es capacidad de ver, disfrutar y agradecer; mirar no para criticar sino para alabar la variedad de modas que pasan frente a nuestros ojos.
Gratitud hoy a nuestros sastres y modistos(as) y sobre todo al Creador que se anticipó desde la hoja de parra dada para Adán y Eva a la invitación que hace San Pablo: “Revestirnos de los sentimientos de Cristo” ...el mejor vestido para caminar en felicidad .
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