El Señor Jesús dijo en alguna ocasión a sus discípulos, concretamente después de lavarles los pies: “Ejemplo les he dado” (Juan 13 ,15), para que ustedes hagan lo mismo unos con otros.
Vale recordar el ejemplo que los fundadores de Manizales nos dejaron, porque llegar a un sitio geográficamente aún no poblado, húmedo, de inmensa selva, con fauna en parte de fiereza y belleza, es digno de tener en cuenta porque dejaron huellas de valentía, osadía y creatividad que no debemos dejar perder.
Dicen los historiadores de la región que el 20 de octubre de 1843 llegó a estas montañas antes que muchos el decidido hombre Joaquín Arango; no había más que trochas en parte hechas por él y sus compañeros, no encontraron indígenas que habitaran estas tierras, no había casas ni asomo de asentamientos humanos.
Se dice que abriendo camino pasaron por Neira y siguieron avanzando con la vista puesta en la lejana montaña sobre todo aquella imponente cubierta de nieves, hoy el Ruiz, que algunos llamaban Tama, otros Cumanday.
El sudor y cansancio no ocultó el gusto de poder hacer pausa al pie de un hermoso monte erguido y esbelto; al pie de su empinada cuesta construyó una pequeña pero segura ramada que llegó a ser la primera casa de una familia en esta región.
Ese hombre se recostó a la montaña; plantó su casita, su pequeña huerta, e instaló la semilla de lo que hoy es Manizales, porque pronto muchos se animaron a venir a establecerse en esta fértil tierra. Ese día miraron el almanaque y constataron la fecha: 20 de octubre con el señalamiento del santo del día en el calendario cristiano: San Juan Cancio.
Está claro, dijo, esta montaña que parece una verde pirámide se llamará cerro San Cancio, cuna del primer hogar y casita que brotó en la chimenea de humo azul que anotaba que gente trabajadora había llegado.
Amarse como familia, ayudar todos para armar la casa, la huerta, animarse cuando el frío o las lluvias azotaban los cuerpos, hacer que el azadón mordiera la hierba para sembrar plantas brote de comida.
Dudas al comienzo para quedarse o devolverse, miedos ante las dificultades surgidas, pero la reunión familiar en la noche junto a la oración comunitaria y la planeación para seguir, fueron el tapete para hacer surgir a Manizales. Buen ejemplo.
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