En mayo se conmemoró el mes de la Herencia Africana, una nueva oportunidad para reflexionar sobre el aporte que han hecho las comunidades negra, afrocolombiana, raizal y palenquera a la construcción de país, como también sobre la dura realidad que históricamente han afrontado, porque en su gran mayoría ellas hacen parte de los olvidados de Colombia.
 
Según el Dane, la población afro asciende a poco más de 4,6 millones de personas. Es decir, que representan el 9,3% de los colombianos. Pero al observar los indicadores de pobreza multidimensional, ésta supera en 11% la media nacional, una brecha social que se debe a factores como trabajo informal, bajo logro educativo y rezago escolar, entre otros.
 
Si bien el Estado  ha realizado acciones para mejorar las condiciones de este grupo poblacional, falta mucho para que estas comunidades puedan disfrutar de sus derechos económicos, sociales y culturales, además de los derechos civiles y políticos, ya que persisten prácticas de xenofobia, intolerancia y violencia en su contra.
 
Como vallecaucana, esta realidad encierra la mayor importancia dado que un poco más de un millón de sus habitantes son afros, siendo la mayor población de esta comunidad en el país. Por eso, durante mi gestión en la Gobernación del Valle apostamos a la construcción del Plan Decenal Afro (2018-2028), convirtiéndonos en el primer departamento en contar con esta valiosa herramienta, además de haberla convertido en política pública.
 
Este plan, que vale la pena replicar en el país, se enmarca en el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015–2024) de la ONU y se construyó con amplia participación de las organizaciones de base, con apoyo de la academia, permitiendo conocer la problemática, necesidades, sueños y aspiraciones de las comunidades. Su objetivo es el de incrementar el acceso de esta población a los programas sociales y económicos del departamento, para mejorar las condiciones de vida, a través de la implementación de acciones afirmativas.
 
Entre sus logros resaltamos la visibilización de la riqueza y biodiversidad de la cultura afro y su aporte a la nación y al departamento, en especial de los espacios que son patrimonio inmaterial de la humanidad, como el Plan de Salvaguardia de la partería, el plan de marimba y música, la gastronomía, las celebraciones de la Virgen de la Asunción en Playa Renaciente y El Hormiguero y el Festival Folclórico en Buenaventura.
 
También se avanzó en aspectos como la educación, al consolidar un enfoque diferencial étnico; desarrollamos modelos de atención integral en salud para la población afro, apoyando la partería para reducir la mortalidad y morbilidad materno-perinatal, y con la academia, a la transformación, comercialización y uso de plantas medicinales.
  
Precisamente, en estos tiempos de reivindicación y protesta, no podemos olvidar la deuda histórica que tenemos con los pueblos afrodescendientes. Por eso, hago un llamado al Gobierno Nacional para que dé un mensaje de inclusión y participación presentando el Banco de Proyectos de Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras, vigencia 2021, el cual además de contener la cinco líneas para el fortalecimiento organizativo de estas comunidades, incluya una línea dirigida a los jóvenes, con iniciativas de emprendimiento, que respondan al sentir de estas comunidades en el país.
 
Es a través de estrategias como el Banco de Proyectos o el Plan Decenal, que podremos alcanzar la meta del Decenio de los Afrodescendientes proclamado por la ONU en sus tres pilares: Reconocimiento, Justicia y Desarrollo. De este modo, podremos tener el país incluyente y justo que todos soñamos.