En las elecciones a la Alcaldía, los manizaleños no estamos condenados a elegir entre el candidato del continuismo y el candidato de la falsa alternativa. Existe una opción coherente, viable y que lidera un proyecto auténticamente alternativo.
Las elecciones locales se dan en medio de un panorama pocas veces vivido en la ciudad, ya que los hechos de los últimos años han marcado un punto de quiebre en las realidades y expectativas políticas de miles de ciudadanos. Manizales, ciudad a la que se le endilga con alto nivel de certeza un apego a lo tradicional, ha cambiado, así como lo han hecho sus habitantes, sus relatos y sus referentes.
Y esa transformación lenta y paulatina busca materializarse en medio de una realidad contradictoria. Somos una ciudad con buenos indicadores sociales y económicos, con una base industrial y productiva que se resiste a morir, con un sector cultural de enorme riqueza, con una sociedad movilizada, con un ambiente universitario inspirador y con un orgullo ciudadano que abarca al 97% de habitantes. Pero al mismo tiempo, somos una ciudad con una administración pública que no inspira confianza y desestimula la participación ciudadana, con una profunda inequidad que nos lleva a ser tan desiguales como El Congo u Honduras y con una clase política tradicional que ha encontrado en la corrupción un inagotable motor de lucro y una poderosa arma de supervivencia electoral. En síntesis, somos una gran ciudad, que ha sido pésimamente gobernada.
Estas dos ciudades, la de las grandes capacidades y buenos resultados, y la de la corrupción y la profundización de brechas sociales, requieren que un proyecto político de ruptura triunfe en estas elecciones, precisamente para potenciar un territorio que impulse el desarrollo sustentable y para empezar a erradicar la inequidad y la cultura clientelista y corrupta.
Ese proyecto de cambio lo lidera Andrés Felipe Betancourth, un veterinario de 43 años, padre de dos hijas y exvicerrector de proyección de la Universidad de Caldas, quien desde hace dos décadas se ha dedicado a cerrar brechas, garantizar derechos y construir ciudadanía desde los cargos que ha ocupado en diversas entidades del sector público y privado. Andrés Felipe impulsa un programa de gobierno denominado Más ciudadanía, un solo territorio, mediante el cual pretende promover pactos por la transparencia, impulsar estrategias para la reducción de las desigualdades y resolver deudas históricas como las que tiene el municipio con la reformulación del Proyecto San José, la inversión en arte y cultura, y la integración del transporte público.
En medio de la candidatura de Jorge Hernán Mesa, auspiciado por Álvaro Uribe, el Centro Democrático y el Partido Liberal de Mario Castaño, y la de Carlos Mario Marín, impulsada por Mauricio Lizcano, Luis Emilio Sierra y Luis Guillermo Giraldo, la de Andrés Felipe es la verdadera alternativa para los manizaleños.
Si el 27 de octubre prevalece el voto de los 145.000 manizaleños que apoyaron la Consulta Anticorrupción, de los más de 120.000 que respaldaron a Sergio Fajardo y otros candidatos presidenciales alternativos, y de los miles de ciudadanos que apoyan el proceso de paz, se oponen a Iván Duque y se han movilizado por la educación pública, la diversidad y el medio ambiente, Andrés Felipe triunfará y será el próximo alcalde de Manizales.
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