Son muchos los problemas que tiene el país y uno de los más agudos es el sistema carcelario. El manejo de las cárceles colapsó porque además de estar sobrepobladas, no sirven para resocializar a los detenidos y son muchos los problemas que se presentan en su interior por los malos manejos y la corrupción.
El presupuesto destinado para la atención de las cárceles no obedece a un estudio serio sobre su sostenibilidad, al de los cupos de cada penitenciaria, a la atención de la alimentación, ni a su seguridad social. Los presos son tratados inhumanamente y la comunidad pretende, ante los graves delitos que se cometen cada día, que las penas se endurezcan; es decir, crecer la sobrepoblación carcelaria.
El Inpec, la institución encargada de vigilar y custodiar a los presos, tiene 45 sindicatos, por lo que entre permisos sindicales y prebendas laborales es muy poco el personal que queda disponible para cumplir con su trabajo.
Los guardas penitenciarios entran a los patios una hora por la mañana y otra por la tarde para hacer el conteo de los internos. Eventual y esporádicamente los guardas entran sorpresivamente a los patios para hacer una revisión de los cuartos y en general de los patios buscando armas, drogas y celulares. En las principales cárceles del país el resto del tiempo, el manejo y control de todo el patio está a cargo de un jefe, que es un preso y es el que manda. Entre otras, este jefe es el que administra el comercio interno de todo tipo de sustancias y quien vela por la seguridad.
A los presos se les tiene autorizado que las familias les giren a través de una cuenta del Inpec hasta un salario mínimo para que puedan atender algunas de sus necesidades. La norma establece que dentro de las cárceles no se puede manejar dinero; sin embargo, allí todo se tiene que comprar incluido el papel higiénico y el jabón. Para manejar los recursos dentro de la cárcel hay presos que administran unas cuentas corrientes y es a ellas a las que los familiares les giran recursos y así los internos crean “un cupo” para pagar los elementos que requieran.
Dentro de las cárceles los internos arman grupos con los que se integran y generan un clima de camaradería. Las condiciones de salubridad no son las mejores, los internos viven hacinados, por lo que se contagian muy fácilmente las enfermedades. Los baños no son los más higiénicos y las bañadas diarias son comunitarias. El gobierno para disminuir el hacinamiento ha buscado que los condenados paguen sus penas en sus casas, colocándoles un dispositivo mediante el cual se pueda controlar que éstos no salgan a las calles. Medida que no ha sido efectiva porque no se ha sido eficiente en el control de estos detenidos.
Mientras no se den soluciones radicales, en las que en las cárceles se puedan atender a los presos dignamente, no se tenga establecido un programa de resocialización y no se liquide el Inpec; los presos seguirán durmiendo en espacios reducidos, casi uno encima del otro; seguirán delinquiendo desde la cárcel, haciendo uso de sus celulares para extorsionar a la comunidad o para seguir en contacto con sus cómplices y no perder el control de sus negocios; celebrando con whisky cada que logran “coronar” sus mercancías y lo más delicado, las cárceles seguirán siendo la mejor escuela para aprender a delinquir por lo que se seguirá presentando la alta reincidencia de delincuentes a los penales y la sociedad no logrará que las personas que hayan purgado una pena carcelaria se resocialicen.
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