Desde que supe qué significaba K.u.K me fijaba en todos los almacenes, sastrerías, joyerías, pastelerías y negocios de las dos calles principales, la Kärntner Strasse y la Graben. Obviamente me fijaba solo en los negocios elegantes porque no cualquiera podía escribir en su rótulo y publicidad las tres letras que significan: Kaiserlichund Königlich. Kaiser en alemán significa emperador y König, rey.
Se trata de los negocios proveedores de la corte imperial y de la corte real. La corte imperial era la de Viena y la corte real era la de Hungría. Recordemos que merced a los buenos oficios de Sissi, la emperatriz Isabel, logró su esposo Francisco José ser aceptado en Hungría y ser coronado como Rey Apostólico. No he logrado saber de dónde le venía el apelativo de Apostólico. Sabemos, eso sí, que tanto Austria como Hungría eran y son países de mayoría católica.
Así pues en los letreros de los negocios que dan a la calle y en su papelería se escribía por ejemplo: “Pastelería Demel. K.u.K.”. Me cuentan que aunque ya no existen ni el imperio en Austria ni la monarquía en Hungría, los negocios que manejan todavía los sucesores de los que eran K.u.K, siguen ostentando las tres codiciadas letras y que son una veintena en Viena.
Antes de llegar a la catedral, cuyas altísimas torres vengo viendo desde hace rato, me desvío un poco a la izquierda para visitar la Kapuzinerkirche, la iglesia de los capuchinos. Arquitectónicamente no tiene ningún interés y su fachada menos, pero es sitio de visita obligada en Viena porque es la Kaisergruft, la cripta de los emperadores o panteón familiar de los Habsburgo.
En 10 salas subterráneas hay enterrados 146 miembros de la dinastía de los Habsburgo que reinó en Europa central desde el siglo XV hasta 1918. El único emperador que no está enterrado aquí y que murió en el exilio en la isla portuguesa de Madeira es Carlos I, que fue el último emperador del imperio austro-húngaro. Al ser asesinado Francisco Fernando en Sarajevo en 1914 le correspondió a Carlos I ser el sucesor de su tío abuelo el emperador Francisco José. Carlos I gobernó entre 1916, año en que murió Francisco José, hasta 1918 cuando abdicó y dio al traste con el imperio austro-húngaro. Murió muy joven en 1922. Su esposa, la tan conocida emperatriz Zita, le sobrevivió muchos años, pues habiendo nacido en 1892 vino a morir en 1989 a la edad de 96 años. La Iglesia católica beatificó al emperador Carlos I que fue un hombre de acendradas virtudes y muy caritativo con los pobres. Sus escasos años al frente del imperio fueron un calvario por los problemas de todo tipo que le plantearon las nacionalidades y etnias que el imperio gobernaba. El corazón del beato Carlos I sí reposa en la cripta de la catedral de San Esteban de Viena, al lado de los cofres que contienen las vísceras de casi todos los emperadores austrohúngaros. En la iglesia de los Capuchinos reposan los restos de 12 emperadores, 18 emperatrices y decenas de archiduques y archiduquesas. Recorrí despacio todas las salas mirando el centenar y medio de sarcófagos, todos muy lujosos, unos más que otros, todos metálicos.
Sobresalen por el lujo y espectacularidad los sarcófagos de la emperatriz María Teresa y su esposo Francisco de Lorena y por supuesto los del emperador Francisco José flanqueado por los de su esposa Sissi y su hijo y heredero Rodolfo. También para los reyes. Así pasa la gloria del mundo.
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