No solo yo, muchos colombianos están enamorados del Guainía y confiesan que lo deben a mis libros, artículos de prensa, y programas de televisión. Yo mismo organizo excursiones a esta maravillosa región y llevo a quienes quieran viajar conmigo. Una de las mayores riquezas de Colombia se encuentra en este departamento y es el Territorio Ramsar formado por la conjunción de cuatro poderosos ríos: el Orinoco, el Guaviare, el Inírida y el Atabapo, cada uno con características singulares. El Guaviare que en el punto de conjunción es el más largo de los cuatro, nace en la Cordillera Oriental y por eso sus aguas son “blancas”, o sea lechosas, porque arrastran sedimentos de la Cordillera. Lo forman el Guayabero y el Ariari y mide 1.500 kilómetros de los cuales 600 son navegables. Marca el límite entre los Llanos y la Amazonia. Marcaba, en realidad, porque al sur del río, la deforestación despiadada ha convertido la selva en sabanas ganaderas. Algunos colombianos exaltados pretenden que se debe llamar Orinoco al Guaviare, porque en el punto de conjunción nuestro río aporta más agua que el venezolano. Argumento curioso e insostenible. El Inírida es un río muy bello que nace en el Cerro Tuhaní en el Guaviare, mide 1.300 kilómetros de los cuales 1.000 son navegables. Lleva aguas “negras” que en pequeña cantidad son rojo-anaranjadas producto de ácidos vegetales, húmico, fúlvico y tanino. Forma el impresionante cascadón de Raudal Alto. Al juntarse con el río Guaviare más abajo de Puerto Inírida, sus aguas pierden el bello color rojo al mezclarse con las lechosas del Guaviare.
El Atabapo es un río de apenas 131 kilómetros, el más bello de todos por el color negro brillante de sus aguas y marca límite entre Colombia y Venezuela. Se rinde al Guaviare (ya engrosado con el Inírida) frente a la población venezolana de San Fernando de Atabapo y todo este conjunto de tres ríos se junta, tres kilómetros más abajo, con el Orinoco que baja de la Serranía de Parima de Venezuela. Este maremagnum de aguas, verdadero mar interior es la Estrella Fluvial del sur, elevada a la categoría de Territorio Ramsar por la riqueza en agua, flora, fauna y saberes indígenas ancestrales. Es bueno recordar que el Orinoco con sus 2.250 kilómetros de longitud es el tercer río más caudaloso del mundo después del Amazonas y del Congo.
La segunda comunidad indígena que invito a visitar en Puerto Inírida es la de Platanillal, que se encuentra en un resguardo que forma parte de la ciudad. Sus habitantes también son cubeos como los de Comunidad Concordia y su patria de origen se encuentra en el Vaupés, de donde fueron desalojados por la violencia. Los cubeos provienen de los ríos Querarí y Kuduyarí, afluentes del río Vaupés en el departamento del Vaupés. Su idioma es de la familia arawak. El capitán manda en la comunidad y consulta a los ancianos y mayores. El payé posee grandes conocimientos sobre el cosmos, los ritos, las leyendas y la medicina tradicional. Hay enorme respeto a los abuelos. Yo navegué hace años el Kuduyarí y admiré sus hermosas malocas, casas ceremoniales techadas en paja y en el río Querarí asistí a una multitudinaria reunión de cubeos de Colombia y Venezuela, llamada “Oibiqueva”. Uno de los grandes encantos de Platanillal es su preciosa maloca bellamente pintada. Delante de ella los cubeos, dirigidos por el profesor Carlos, escenificaron para nosotros dos danzas tradicionales, ataviados con sus hermosos vestidos ceremoniales. Las fotos y los videos que se logran del baile y de la maloca justifican largamente la visita. Camilo Puentes fue nuestro contacto. (Continuará).
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