Hemos llegado al Palacio de la Ópera de Madrid. Por la parte trasera da a la Plaza Isabel II y por la delantera a la Plaza de Oriente, elegantísima plaza que mira al Palacio Real. El palacio, uno de los grandes de ópera en el mundo, fue inaugurado en 1850 y su aforo es de 1.746 sillas. En su "hoja de vida" se encuentran todos los grandes directores de orquesta del mundo, los famosos cantantes y la representación de todas las óperas, sinfonías y obras de los grandes compositores. Yo me voy a detener en dos hechos anecdóticos que tienen que ver con el teatro y con mi amor por la música. El primero se refiere a un cantante, el más famoso de su época, Julián Gayarre, y lo hago, porque, excusándome con los conocedores del artista, es un cantante prácticamente desconocido. Yo supe de él cuando asistí a uno de los sanfermines de Pamplona, fiesta de la que ya hemos hablado. Los que me invitaban habían nacido en Roncal, pueblecito de los Pirineos. Me lo pintaron tan bello que fui a conocerlo, y me encantó. Allí nació y allí tiene un monumento y hay muchos recuerdos de Julián Gayarre, "el tenor del Roncal". En Pamplona el teatro principal lleva el nombre del tenor. Estaba cantando en diciembre de 1889 en el Teatro de la Ópera de Madrid y sufrió un desvanecimiento que lo llevó al mes siguiente a la muerte.
La otra historia tiene que ver con Rosa María Kucharski, musicóloga y destacada pianista catalana de origen polaco. Cuando yo estudiaba en Madrid había mucha actividad cultural en los Colegios Mayores. Estos eran residencias universitarias de los gobiernos latinoamericanos para sus estudiantes en Madrid. Eran famosos los colegios de Argentina, México y Brasil. Colombia también tenía el suyo que fue de infausta recordación, porque se decían cosas desagradables de la vida que allí se llevaba. ¡Lástima! No quiero relatar historias al respecto. Pues bien, anunciaban un recital de piano en el Colegio Mayor de Brasil y la pianista era Rosa María Kucharski. El programa incluía obras de Chopin, mi pianista predilecto. Recuerdo que el programa decía que la ejecutante tocaría en un piano "hecho en Brasil". Algunos del público, antes de iniciarse el recital comentábamos, habida cuenta de que los brasileños dicen que todo lo de ellos es "lo melhor do mundo", que hacer buenos pianos en Brasil es como fabricar Stradivarius en el Congo. Bien, recuerdo que la primera pieza del programa era la Polonesa número 6, heroica de Chopin, pieza que me emociona sobremanera. La pieza empieza con un "golpe" fuerte y seco, por llamarlo de alguna manera. La pianista dio el acorde e inmediatamente dijo: este piano no sirve y se levantó. Desconcierto general en la sala. Se acercaron inmediatamente los directivos del Colegio Mayor, la llevaron aparte y seguramente la convencieron para que no hiciera esa ofensa tan grande a Brasil. Algunos de los que estaban al lado mío y yo mismo sentimos un cierto sentimiento íntimo de… me da pena reconocerlo. En uno de los valses de rápida digitación, creo que el llamado Vals del Minuto o del Perrito, Rosa María se saltó una nota. Yo me di cuenta porque lo he oído muchas veces. Al terminar el recital me acerqué emocionado y la saludé y felicité y de allí en adelante nos hicimos amigos. Ella fue la alta comisionada para la Música en Madrid y me invitó varias veces al Palacio de la Ópera. Hablaré de una de esas invitaciones.
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