No podía dejar de buscar en este viaje a Budapest el rastro de Imre Kertész, que fue Premio Nobel de literatura en 2002. Nadie me dio razón de la casa donde nació pero sí me dijeron que estaba enterrado en el cementerio de la calle Fiumei, llamado Cementerio Karepesi, el más famoso de Budapest y del que ya hablamos. Mi deseo de conocer su tumba unido a mi devoción por los cementerios hizo que volviera a visitarlo. Kertész nació en 1929 y murió en 2016. Como tantos artistas y escritores húngaros era de familia judía. En 1944 fue llevado al campo de concentración de Auschwitz donde se salvó del horno de gas porque dijo que era trabajador de 16 años. Luego pasó a otro campo, igualmente fatídico, el de Buchenwald de donde fue liberado en 1945. Toda su vida y su producción literaria estuvieron marcadas por la experiencia de los campos de concentración. Su obra principal se titula Sin destino y en ella está plasmada su tragedia y la del pueblo judío en la Shoah (el Holocausto). Para él como para muchos escritores que lograron salir vivos de los campos de concentración el Holocausto no es un simple asunto entre alemanes y judíos sino la quiebra total de los valores y de la civilización de los que ha vivido la cultura europea y occidental durante siglos.
Esta nueva visita al cementerio de Karepesi, que pude hacer ahora sin guía y por lo mismo más despacio, me permitió admirar con más emoción los mausoleos y detenerme en las tumbas de los grandes hombres húngaros que yo reconocía. Las tumbas, a diferencia del Père Lachaise y de muchos cementerios famosos, están espaciadas. Repito la idea: en el Lachaise y en el Staglieno de Génova y viniendo a Colombia en el cementerio de Barichara, que me gusta visitar, para solo nombrar tres, las tumbas están hombro con hombro y en muchos casos es muy difícil pasar entre ellas porque no hay espacio.
Así pude ahora detenerme en las tumbas y admirar los mausoleos, empezando por el del poeta Mihaly Vorosmarty, (1800- 1855) que fue el primer enterrado en el cementerio y es considerado uno de los máximos representantes del romanticismo en su país. Mihaly escribió el Diccionario de la lengua y de los dialectos húngaros. Ya dijimos que su poema Llamamiento junto con el Himnusz de Ferenc Kolcsey se convirtió en himno nacional.
Estos son otros entre los 700 hombres y mujeres ilustres que están aquí enterrados. El poeta Attila Jozsef del que hemos hablado varias veces y al que han dedicado una de las calles más céntricas de la ciudad. El mausoleo de Lajos Kossuth es bello y enorme como corresponde a un héroe popular tan amado de los húngaros. No puede faltar el de Janos Kadar, (1912-1989) político comunista que ocupó diferentes cargos en el Gobierno. Su biografía dice que fue católico. Después de su muerte su popularidad creció notablemente y “fue el mayor político húngaro del siglo XX”, según un sondeo del año 2010, apreciación que como es lógico, no comparten todos los húngaros. Andrew Vajna, conocido productor de cine que murió el año pasado. Georges de Hevesy (1885-1966), Premio Nobel de Química en 1943. Ferenk Deak, llamado “el sabio de la patria” y del que ya hablamos y que tuvo un tocayo futbolista del mismo nombre y apellido. Georg Lukacs, el conocido filósofo marxista de origen judío. Leo Szilard el físico nuclear. Y Miklos Ybl, el más famoso de los arquitectos húngaros que he nombrado muchas veces en artículos anteriores.
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