Uso a veces la frase "gente con ideas" con el mismo tono irónico con que la usaba el exdirector de El Tiempo, Hernando Santos Castillo, para referirse a esas personas que vienen a decirle a uno "¿usted por qué no hace esto?" sin medir el tiempo, el esfuerzo y el costo que implica poner su idea en marcha. El fulano lanza la idea y se supone que uno se encarga de todo lo demás.
Pues bien, hoy soy esa "gente con ideas": tengo una idea para mejorar la movilidad y disminuir la accidentalidad.
La idea se me ocurrió mientras viajaba de parrillera en una moto. Últimamente hago eso: paseo en moto, protegida solo por un casco, una chaqueta reflectiva y la confianza en que el piloto hará todo bien y todos los demás conductores y peatones también harán todo bien. Sentir el viento en la cara es placentero pero al frenar o al superar un resalto uno recuerda que las rodillas son el bomper y que el cuello y la columna van sin espaldar ni cinturón de seguridad.
Sentir eso, la inminencia del peligro si alguien se equivoca en la coreografía perfecta que debe ser la movilidad, me ha dado una mirada distinta de mi rol como conductora de un carro. Cuando saqué el pase y empecé a manejar entendí que hasta ese momento había sido una peatona descuidada y que cuando uno cruza por la calle no tiene forma de saber si el conductor que viene hacia uno es novato o experto. Todos hemos sido peatones y nos hemos quejado del carro imprudente o veloz, y aunque muchos no tienen licencia para conducir todos hemos viajado alguna vez en un vehículo (taxi, bus, buseta o carro particular) y algo sabemos sobre lo que esperamos de los peatones y los conductores de carros. Pero viajando en moto se me ocurrió una idea sencilla: no todos los conductores de carro han tenido la experiencia de viajar en moto, aunque cada vez esta forma de transporte sea más popular. En Manizales hay 90.000 carros y 85.000 motos pero en los accidentes ya se sabe quién pone la mayor parte de víctimas: moteros y peatones. Mi idea entonces es sencilla: que el curso de conducción para sacar el pase incluya una vuelta en moto, como parrilleros, para todos aquellos que aspiran a manejar un carro. Así, en los zapatos del otro, quizás se entienda mejor que una moto no puede frenar en seco y que no tiene parabrisas. Que el motociclista va mucho más desprotegido y el conductor del carro particular sí puede conducir de un manera más empática y prudente. Porque los de la fama de imprudentes o irresponsables son los motociclistas... Pero ¡ay si les contara lo que he visto como parrillera!
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