Adriana Osorio
NEGOCIOS|LA PATRIA
América Latina podría ser la gran despensa de alimentos del mundo, si logra vencer obstáculos para mejorar la productividad del agro, pues tiene un tercio de los recursos de agua dulce, más que cualquier otra región en desarrollo, y cerca de una cuarta parte de las tierras agrícolas de mediano a alto potencial.
El informe La próxima despensa global, cómo América Latina puede alimentar al mundo, que dio a conocer hace una semana y media el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), agrega que esta oportunidad de la región se incrementa porque la zona registra la mayor exportación neta de alimentos del mundo. Sin embargo, "solo ha alcanzado una pequeña parte de ese potencial para ampliar la producción agrícola para el consumo regional y la exportación mundial".
Para el economista y académico Duván Ramírez, decano de la facultad de Ciencias Contables, Económicas y Administrativas de la Universidad de Manizales, en general América Latina aún no tiene la conciencia de las prácticas sostenibles en la economía, ni en la industria ni en la agricultura.
Esto lo confirma el informe, al destacar que solo Brasil, Argentina y México representan el 72% de toda la producción agrícola de la región, y que a pesar de esto y de su gran volumen de producción, México todavía es de los pocos países importadores netos de alimentos en la zona.
El llamado del BID es a dinamizar el resto de países de la región para aprovechar el potencial y convertirse en la despensa de alimentos del mundo. Esto es sumamente importante, según el análisis, porque se prevé que a otras regiones del planeta les será difícil satisfacer su creciente demanda de alimentos.
"Por ejemplo, si Asia Oriental continúa con su actual tasa de crecimiento de productividad podrá satisfacer solo el 79% de su demanda alimentaria, mientras que la tendencia que lleva África subsahariana muestra que solamente podrá satisfacer el 25%".
Si Latinoamérica no está bien en general, el caso de Colombia es más grave, según Ramírez, pues no ha avanzado en políticas del sector agrario con el fin de mejorar la productividad de la tierra, y las constantes protestas de los campesinos contra los altos precios de los abonos y pesticidas. "Lo que necesitamos realmente es cambiar las prácticas agrícolas y dejar de depender de los insumos químicos, teniendo prácticas como la agricultura orgánica, que incluye el uso de elementos como la biomasa y que salen de los desperdicios de los productos de la finca", propone el docente. Pone el ejemplo del café orgánico, el cual tiene precios dos o tres veces mayores que los del tradicional.
Dice que el país sigue sin tener conciencia del cuidado del ambiente, por lo que ya se han visto los efectos con el cambio climático. "Hace cerca de un mes mientras las lluvias amenazaban las laderas en el Eje Cafetero, en otras regiones del país los animales morían por la sequía. Esto también falta cuando digo que no se traba en una agricultura sostenible".
Una muestra del desaprovechamiento de las ventajas de América Latina lo muestra el informe al exponer que a pesar de un aumento del 37% en la producción agrícola entre 1999 y 2009, la pobreza rural en la región se ha mantenido en el 53%. "Se calcula que cerca de 53 millones de personas padecen desnutrición en la región, una cifra que no ha cambiado desde 1995".
Otro dato para tener en cuenta sobre el potencial de América Latina y a la vez de la falta de impulso es que la región representó el 32,6% del incremento de tierras incorporadas a la agricultura en el mundo entre 1960 y la primera década del siglo 21, mientras que la participación del incremento en la producción agrícola mundial durante ese mismo período fue de solo 14,3%.
El Secretario de Agricultura de Caldas, Ángelo Quintero, dice que efectivamente la región tiene la condiciones para el cultivo de alimentos, gracias a sus condiciones de trópico por lo que cuenta con diferentes pisos térmicos. Agrega que también es fuerte en el cultivo de frutas y estos pueden llegar a todo el mundo.
Sin embargo, es claro en afirmar que para lograr esto son necesarias varias acciones: organizar a las comunidades, adoptar tecnologías en los procesos agrícolas, tener una producción limpia y sustentable, pensar en la transformación de los productos, dándoles valor agregado y mayor vida útil.
Por su parte, la necesidad apremiante de la región que resalta Duván Ramírez es lograr mejores marcos de políticas, más financiación de los sectores público y privado y más enfoques de inversión en áreas clave.
En este punto el docente recalca el atraso de la región y en particular de Colombia, donde el cambio agrario debe empezar por políticas del Ministerio de Agricultura, para utilizar otro tipo de control de plagas, diferentes a los químicos, y que además implica cambios en infraestructura, mucha más inversión en investigación y tener semillas mejoradas, de acuerdo con el contexto del país.
A esto le suma la importancia de mejorar las condiciones de los campesinos con mayor acceso a seguridad social, a educación y que lleguen a más mercados con sus productos.
El informe también menciona la falta de compromiso para el desarrollo de la agricultura, a pesar de las oportunidades que abundan, lo cual genera una falta de planificación a largo plazo.
El Secretario de Agricultura de Caldas reconoce que aunque se trabaja de manera ardua para mejorar las condiciones del campo en el país aún falta mucho camino por recorrer. Para él son tres las necesidades: primero, mayor asociatividad, pues no tenerla no permite lograr mayores volúmenes de producción ni que esta sea estandarizada; segundo, acceso a líneas de crédito flexibles para darle valor a la cadena de producción; y tercero, políticas públicas regionales que permitan fortalecer el encademiento productivo. "Esto lo estamos haciendo en Caldas, pero los otros puntos faltan por trabajar, estamos en ese proceso".
La falta de inversión en investigación y en mercadotecnia y promoción están entre las mayores falencias de los países latinoamericanos, de acuerdo con el estudio (ver gráfico Áreas de Inversión).
Entre tanto, los datos de Colombia muestran que los recursos que se invierten se van para investigación e inspección, dejando rezagados la infraestructura, las facultades de ciencias agrarias y la mercadotecnia y promoción.
El informe insiste en que en la región muchas veces la infraestructura deficiente, particularmente cuando se trata de caminos, puertos e instalaciones de almacenamiento. "Es un problema importante que impide que los agricultores entreguen sus productos en los mercados y agrava el problema de descomposición y pérdida de productos. Por consiguiente, muchas comunidades agrícolas están demasiado desligadas de las oportunidades de negocio y mercado, tanto en la agricultura como en la economía no agrícola, que podrían ayudarlas a ser más productivas y prósperas".
La pobreza sigue siendo el mayor problema rural, a pesar de que la agricultura de pequeña escala representa el 80%
de las fincas y ocupa el 35% de las tierras agrícolas, y de que es responsable del 64% del empleo relacionado con la agricultura.
Otro problema de fondo está representado en la disposición a brindar subsidios directos a los agricultores. Un estudio de 10 países latinoamericanos encontró que, en promedio, más del 54 por ciento de los desembolsos totales del Gobierno en zonas rurales se invierten en forma de subsidios directos y subsidios de crédito para productores, mientras que solo el 45% se destinan para bienes públicos, como generación y transferencia de tecnologías, conservación del suelo, protección de la sanidad vegetal y animal, comunicaciones y servicios de información, infraestructura vial en zonas rurales y servicios sociales, que son las actividades primordiales para el desarrollo del campo.
Se resalta que esto podría cambiar porque además de los abundantes recursos naturales, la región cuenta con un gran número de agricultores con vasta experiencia y capacidad para la innovación, así como instituciones y mercados relativamente sólidos. "Los elementos esenciales para el crecimiento agrícola masivo y sostenible ya están dados", dice el informe.
El siguiente paso, que según el docente Ramírez se debió dar hace muchos años, es crear políticas que lleven al autosostenimiento de la actividad agrícola, y solo de esta manera América Latina podrá sacarle el jugo a sus recursos naturales y dar bienestar a los campesinos.
Los expertos señalan que para alimentar a las 9 mil millones de personas que habitarán la Tierra para el 2050, la producción alimentaria mundial tendrá que aumentar el 60% y hasta al menos el 12% más de tierra cultivable.
El estudio del Banco Interamericano de Desarrollo da una serie de recomendaciones para América Latina en su manejo de la agricultura.
1. Los Gobiernos deben incrementar sus inversiones en investigación y desarrollo agrícola a un mínimo del 1%, pero lo ideal es entre el 2% y el 3% del PIB agrícola, enfocándose a su vez en beneficiar a los agricultores, bien sean de pequeña o gran escala, en especial con innovaciones que suplan las necesidades de los pequeños y medianos agricultores. Para estimular una mayor inversión del sector privado en investigación y desarrollo, los formuladores de políticas deben trabajar para fortalecer la protección de la propiedad intelectual.
2. Los Gobiernos y el sector privado deben trabajar juntos para revigorizar los servicios de extensión agrícola y para asegurar que las políticas, los incentivos y los sistemas de innovación eleven el nivel de la asistencia técnica para los agricultores. Servicios de extensión más fuertes y eficaces deben formar parte de los paquetes de apoyo integrados que combinan financiación flexible, gestión de riesgos y nuevas tecnologías y mecanización para lograr operaciones agrícolas productivas, sostenibles y financieramente exitosas. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las multilaterales pueden y deben asumir un papel decisivo en ayudar a duplicar modelos de extensión eficaces.
3. Para que la región de América Latina y el Caribe alcance su potencial de productividad agrícola y comercio de exportación, los gobiernos de la región deben incrementar la inversión en infraestructura a por lo menos el 4% del PIB. Este compromiso con la modernización de las carreteras rurales, los puertos y las vías férreas, así como los procesos de aduana y la infraestructura de riego, energía y comercialización, reducirá los costos de transporte y aumentará la competitividad de los productores y empresas agrícolas.
4. Los formuladores de políticas del sector público y las empresas agrícolas deben trabajar para lograr avances en la investigación y la adaptación continua, que aumenten la eficiencia en el riego y el manejo de los recursos hídricos. También deben promover la adopción generalizada de técnicas que conduzcan a un uso más sostenible del agua para fines agrícolas.
5. Los formuladores de políticas de la región deben garantizar que las políticas de comercio apoyen la
productividad agrícola, enfocándose especialmente en la eliminación de las barreras de importación
y exportación, así como en la integración de los pequeños agricultores en las cadenas de valor. Además, presionar para que haya una amplia liberalización de las barreras comerciales a lo largo de toda la cadena de valor agrícola.
6. Las empresas del sector privado deben trabajar en más estrecha colaboración para estimular una reducción de las barreras prácticas para el comercio, tanto dentro de la región como a nivel mundial. Donde sí existen asociaciones comerciales u otras organizaciones de productores, estas deben enfatizar su enfoque en lograr cambios en políticas que mejoren el acceso a insumos, equipo capital, tecnología y servicios relacionados, así como en ampliar el acceso al mercado para las exportaciones de sus miembros.
7. Los formuladores de políticas y las entidades financieras privadas deben profundizar sus conocimientos sobre la financiación e inversión agrícola para pequeños agricultores, en especial en el área de finanzas para la comercialización, compras de insumos agrícolas y seguros agrícolas.
8. Fortalecer las asociaciones y cooperativas de productores, particularmente en las áreas de capacitación técnica en producción agrícola, así como en manejo poscosecha y almacenamiento, gestión empresarial, mercadeo y negociación.
9. Concentrarse en cambiar las prioridades para pasar de invertir en grupos específicos con subsidios directos para los productores a invertir en bienes públicos, en especial en investigación y desarrollo agrícola, servicios de extensión, infraestructura productiva, políticas de comercio e integración y respaldo a la innovación tecnológica que se pueda implementar en la agricultura.
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